Primera escena: mandando un mensaje de texto el martes 5 de enero, para saber qué mariscos tenían en Marina Mar de tapas, como para ir a comprar. Respuesta: una grabación a las 12:48, que comunicaba la existencia de solo ostras chilenas. Fue como para sosegarse un poco y terminar comprando en Ostras Bilbao, donde sí había variedad.
Abierto hace unos meses, la gran diferencia identitaria de este nuevo local del barrio Italia es -precisamente- su oferta de ostras (dos variedades), machas, almejas, choritos y ostiones, “seleccionados a mano de nuestras propias piscinas”, según anuncia en su cuenta de Instagram.
Segunda escena (y final): pasados ya un par de meses, y sentados en una mesa a la una de la tarde, el aviso -al pedirlos- es que los mariscos frescos vienen en camino (y con la pizarra colgada ofreciéndolos). Para un lugar cuyo principal atractivo es la venta de bivalvos recién abiertos, aparte de algunas tapas marinas, es como una pizzería con el horno inoperante (una experiencia inolvidable, en el Patio del Sol de Providencia).
Entonces, para esperar -porque iban a ser, supuestamente, 30 minutos- se pidieron unas tapas. Y con el buen ánimo deducible. Lo primero, un gravlax que no era el salmón curado agridulce de rigor, aunque sí con unas ramitas de eneldo por ahí, y servido sobre un pan negro que se les había semiquemado al tostarlo. Y tampoco era un pan muy novedoso ni recién nacido ($5.990).
Otro de estos picoteos era un cebiche de camarón ($6.990) con algo de cebolla, bien cocido en el limón, al antiguo estilo. ¿Las tostadas? De la misma camada anterior.
El otro, unos anillos de calamar ($5.990), de esos precongelados, lo que no calza con el espíritu e ideario declarado del local. Con salsa tártara.
Agua con gas no había, así que regalaron una sin.
Y ya al filo de la espera, una gentileza: unas ostras japonesas, de esas más amplias que las clásicas chilenas. Venían con cualquier sabor posible y probable opacado por el frío del que las habían sacado.
Ya a las dos de la tarde, el café pelado (porque tampoco tenían postres) y la retirada. Sin los mariscos frescos, porque nunca llegaron.
Son tiempos demasiado difíciles como para dejar que una buena idea se vaya al garete.
Tegualda 1375, 9 4816 9406.