Hay que decirlo: durante el siglo pasado, la apertura de un restaurante indio en Santiago era tremenda noticia, porque se contaban con los dedos de una mano. Además que se inauguraban con gran boato (hasta con elefante en un caso) y la decoración era digna de Bollywood. De esos primeros tiempos, allí está el incombustible Majestic (ahora en Vitacura). De los de ahora, cada vez se abren más locales pequeños, con alguna foto del Taj Mahal colgando en sus paredes y el Ganesh de rigor con sus ofrendas. Son muchos y aparecen más, algo indiferenciados, hasta que uno llega con sorpresas. Porque el flamante Sabko Namaste de calle Manuel Montt se arriesga con una carta extensa, lo que ayuda a salirse del cómodo y estrecho canon de los típicos platos.
Entonces, como uno es igual animal de costumbres, igual es pertinente partir con unos fritos de cebolla con harina de garbanzo (onion bhajiya, $4.200) que se comunican y conversan con todos los fritos vegetales hogareños del mundo mundial. Y para experimentar, un brócoli al horno, al dente, con una salsa agridulce de algún fruto seco (malai broccoli, $5.200). Buena cosa. Y con el segundo tanteo, menos bien: el “pan frito relleno con cebolla y pimiento”, el dahi ke sholey ($6.200), es más bien un kebab de masa. Con sabor bien de calle, ya que es comida de la vereda (buen aporte una salsa dulce), pero con un descalce entre la expectativa (esa descripción) y la realidad.
Para acompañar, naan, el pan que nunca falla (aunque la verdad es que no hay pan indio malo). Y un lassi, esa bebida a base de yogur que se recomienda en sus versiones dulces (las saladas, para aventureros del sabor).
Luego, una sorpresa para adoptar a permanencia: arvejas con unos cortes de paneer (ese queso blanco indio), nadando en una salsa agridulce y con muchas hojitas de fenogreco (malai methi mutter, $8.200). Otro punto a favor para que los vegetarianos se decanten por esta culinaria, mientras para los otros vaya un pollo sabrosísimo (el murgh makhanwala, $8.200), nadando en una salsa rojiza de mantequilla y crema. ¿Cómo lo hacen?, porque nunca hemos probado pollo seco en restaurantes indios (mientras en Chile dejan la albacora como chuleta de chancho… uf). Y siguiendo con la carne, un cordero blandísimo, nadando en una salsa atomatada y cargada al masala (mezcla de especias), el gosh begum vahar ($11.200). Para llorar.
Sobre el mix de tres tipos de lentejas, el dal tiranga ($8.200), citemos a Condorito al encontrar porotos rojos no consignados en la mezcla, aunque la textura melosa y la nota especiada fueron nuevamente una sorpresa. Para terminar con lo salado, un arroz basmati con arvejas (peas pulao, $3.200), como para dos.
De los postres, para evitar la trilogía típica del kulfi/gulab jamun/gajar ka halwa (helado lácteo/bolitas de masa frita/zanahoria especiada, resumiendo demasiado), se optó por un “budín del rey” según la carta. Lo que llegó fue un maravilloso pan frito (double ka meetha, $4.200), bañado en almíbar, especiado y con una salsa cremosa. Una experiencia casi colonial y un buen ejemplo de lo que se puede descubrir en este nuevo lugar y su extensísima carta.
Manuel Montt 1584, Providencia. 2 2312 8002. Delivery por PedidosYa!