En la mismísima esquina de Alonso de Córdova con Nueva Costanera, con una sencilla elegancia, ha abierto un nuevo restaurante. Se trata de Bebequ, un spin off de Cuerovaca que rescata lo esencial de esa trama -un amor sin freno por la carne y la parrilla-, la simplifica, le resta testosterona y voilà. He aquí un sitio con coctelería colorida, carta breve, precios razonables en promedio (y para el barrio, más aún). Es un prêt-à-porter con un toque a humo identitario. Buena cosa.
En general todo estuvo bien, pero con algún detalle y ajuste de tuercas por hacer. No hay que olvidar que lleva muy poco abierto, por lo que era lo esperable.
Por ejemplo, al rosado cóctel número 71 ($7.000), con gin, syrup de rosas, Ramazzoti y limón: equilibrado, logrado, pero le faltó un alza del burbujeo con su cuota de espumante. Lo mismo con una carne ahumada en láminas ($4.900), de una delicadeza como para llorar, con unos mínimos detalles de cebollín, unos arándanos, algo de semillas de mostaza, todo de una fragilidad mayúscula… pero con un toque de aceite que hacía que el humo se hiciera un poco ídem.
Luego, directo al fondo. Lo mejor, un costillar mini de chancho con salsa barbecue ($7.600). En su punto la carne y no solo agridulce, sino también con un sorpresivo toque picante. Para alguien que desayuna kimchi y le agrega salsa Sriracha a todo, maravilloso, pero se sugiere avisar en la carta. A la par, un delicado embutido: butifarra rellena con queso provolone y morrones ($7.800), de sabor suave, pero como si no hubiera pasado por la parrilla. Esto último también ocurrió con el espárrago del mix de verduras ($5.600), mientras que el resto de los vegetales -con unas mini zanahorias de lujo- sí contaba con su acento del quemadito, complementado con salsa romesco, esa catalanada molida con tomate, ajo y frutos secos que es de vicio.
Igual de buenas que el chanchito, con ese justo toque de negritud que hace la diferencia, unas alitas de pollo con especias indias ($5.600). Complejas por el aliñado, pero también pertinentes en su moderación para gentes con una resistencia occidental a ese especiero.
De los postres, un tiramisú de nombre chistoso (“Tira pa'rriba de a poco”), servido en frasco a $4.000. Lo del envase incomoda. Tal vez sea un trauma por tantos meses de delivery y sus formatos transportables, y que se espere algo más en las salidas a terreno. Queda planteada la inquietud del formato, porque el sabor del postre estaba de lujo.
Entonces, solo algunos ajustes en la cocina. Porque en la atención están perfectos, hay que decirlo. Y la propuesta, buenísima también.
Nueva Costanera 3750, Vitacura. + 56 9 63369435.