Basil Brown (Ralph Fiennes), sobre una bicicleta, busca una mansión donde le han ofrecido trabajo, para excavar y encontrar restos, reliquias y quién sabe.
Es 1939 y no es un año fácil, pero vendrán peores; ya llegaron los rumores y humos de las batallas por Europa, e Inglaterra está por declarar la guerra a Alemania.
Bajo esa atmósfera que anuncia peligro y respira precariedad, Brown se mantiene como un hombre maduro y reservado, y aunque escribió un libro sobre la materia, no estudió arqueología en ninguna universidad y carece de estudios formales, porque abandonó la escuela a los 12 años, para aprender lo de su padre, que fue también lo de su abuelo: cavar y descubrir el pasado bajo tierra.
Brown se precia de conocer como nadie el condado de Suffolk y lo que puede haber enterrado: anglosajones del siglo VI y la Edad Media, después excursiones vikingas y lo que pudieron dejar los reyes de su país, empezando por Enrique VIII.
El orgulloso excavador, por su carácter y porque es llevado de sus ideas, está cesante, y por eso acude a la mansión de Edith Pretty (Carey Mulligan), viuda y con un hijo pequeño, Robert (Archie Barnes), y una enorme finca que en un sector mantiene túmulos funerarios.
La mujer se deja guiar por el cariño a esa tierra, por algún presentimiento y por eso contrata a Brown, que apenas se muda de ropa y no se saca la pipa de la boca, pero cava en orden y con persistencia.
“La excavación” es una película nostálgica y melancólica desde el primer suspiro, con dos personajes, Basil y Edith, donde todo es retraído y silencioso -recuerdos, sueños, enfermedades- y lo que realmente los une es lo que está en los cementerios o en los sitios arqueológicos: las ruinas de personas e imperios.
Esta historia, por alguna extraña razón, es abandonada y simplemente se deja de excavar, nunca mejor dicho, en los sentimientos de unas vidas que son paralelas no por las alegrías, sino por las penas y frustraciones.
La película desiste y se desprende de esa línea dramática y acaso romántica, y llena lo que viene con historias y personajes secundarios, que en la segunda mitad de “La excavación” adquieren la peor de las características, son inútiles y ocupan tiempo.
Tanto lo de Rory (Johnny Flynn), un primo con madera de héroe y aviador, como lo de Peggy (Lily James) y su matrimonio fallado.
Tanto las cuitas de Piggot (Ben Chaplin), arqueólogo homosexual en busca de su destino, como las reflexiones cósmicas y existenciales del niño Robert, que convierten a la película en un relato juvenil.
Así que lo irrelevante es lo que domina el escenario y esta demostración, quizás, revela su fuero interno: quería ser serie y no película.
Y lo que parecía relevante, la historia de Basil y Edith, deja de serlo.
“La excavación” se desgrana, disuelve y entierra.
“The Dig”. Reino Unido, 2021. Director: Simon Stone. Con: Carey Mulligan, Ralph Finnes, Lily James. 112 minutos. En Netflix.