Por pedante, la científica Vivienne Ming me llevó a apagar el Congreso Futuro. Lo seguí casi entero por YouTube. Gocé aprendiendo; vi a premios Nobel hablar con humildad, un bouquet de expositores. Menos la Sra. Ming.
A veces, escuchándolos, se me apareció mi adolescencia en Cartagena, caminando con amigos ante el cielo, las playas… el mar. El Pacífico, vivo, carcomiendo las barandas de la zona del Suspiro.
Un experto en materiales, ¿podría diseñar pilares resistentes al mar? El Congreso mostró tantos desafíos: la colonia en la Luna, la medicina personalizada (J. Quackenbush), la colaboración como camino a la esperanza (J. Martínez), endilgando las redes sociales (E. Núñez), dándonos cuenta de su poder (K. Nahon), regulando el hidrógeno verde (J. Lin), cambiando el transporte a hidrógeno verde (E. Nieto), enfrentando la salud en solidaridad internacional (V. Dzau), produciendo vacunas localmente (F. Tapia), con científicos aprendiendo de los artistas (A. Lazcano y K. Thorne), con inteligencia artificial detectando pertinencia en textos médicos (J. Dunstan), renegociando el contrato social (D. West), alertando por la automatización del trabajo (P. Egaña), cambiando la sociedad oligárquica (N. Yáñez), instalando ciudadanos digitales (Y. Park), cambiando la producción y el consumo (C. Narbona), convirtiéndonos en tan infantiles como para desafiar los límites (D. Quiloz), escuchando activamente (A. Villanueva y D. Sommer), “gerenteando” las tareas contra el cambio climático (A. Savory), asumiendo y aprovechando las grandes oportunidades de Chile en el espacio (E. Bendek), celebrando los éxitos que reducen el carbono (P. Espen), reemplazando la escuela-factoría (A. M. Raad), aprendiendo desde el entusiasmo y la atención de los alumnos (A. Stern y B. Kidron), conscientes de la diversidad genética (L. Cifuentes). Y mucho más; están en Facebook.
Las emociones fueron tema permanente. Francisca Jünemann desmintió que todos fuéramos prescindibles. “¡Somos todos indispensables!”, dijo. Patricia Churchland definió una moral biológica, una mirada personal que ayuda a optar con los otros. Julieta Fierro dijo que, aunque se piense volver a la naturaleza, es imposible una sociedad mundial de cazadores recolectores.
Lo mejor para mí fue la conversación de la periodista Paloma Ávila con la empresaria, creadora, abierta al aprovechamiento de satélites, helicópteros eléctricos, la creación de medicinas, de órganos para trasplantes, de réplicas de nuestra mente, de una religión, de una nueva forma de ser familia, Martine Rothblatt (https://bit.ly/3iB0tXi).
Esta recordó cuatro vías para ser humano: el asombro, aprender siempre, conectarnos y amar (haciendo felices a otros). Los pone en práctica.
Así recordé los horizontes abiertos en las caminatas en Cartagena, la fuerza del mar y también las barandas de concreto carcomidas por el oleaje; vi la tensión de la creatividad y la tecnología con la naturaleza, tan misteriosa, que nos incluye (también a la gente pedante).