“Bacurau” se mueve con la mecánica del western, pero sus referencias son cine de su país, desde “Cangaceiro” (1953), de Lima Barreto, a “Dios y el diablo en la tierra” (1964) y su secuela “Antonio das Mortes” (1969), de Glauber Rocha, emblema del cinema novo y del cine de izquierda latinoamericano.
“Bacurau” fue premiada en el Festival de Cannes; la de Barreto en su momento, y Rocha, por la película de 1969, fue mejor director en el certamen francés.
El territorio sigue siendo el nordesde de Brasil y específicamente al oeste de Pernambuco, donde se levanta un caserío, pero con museo, escuela e iglesia, que no está en el mapa: Bacurau.
Lo que alguna vez estuvo en el mapa fueron bandidos con el machete de la justicia legendaria y primitiva: los cangaceiros, enemigos de los ricos y protectores de los pobres.
“Bacurau” utiliza la fachada del western y le insufla contenido político actual, algo no muy distinto ocurrió en “Aquarius” (2016), la anterior película de Kleber Mendonça Filho, ahora codirector, antes crítico de cine y siempre admirador de John Carpenter. En esa película, una mujer, en la playa de Recife, encabezaba la resistencia popular contra las inmobiliarias y las transnacionales.
En “Bacurau” el escenario es rural y cada habitante vive como quiere, hay diversidad sexual, la droga es de uso común, la desnudez costumbre; existe aire de tolerancia y una iglesia convertida en almacén. Hay sentido de comunidad, cultura de resistencia y es el pueblo unido, pero sediento, porque el poderoso de la zona, Tony Junior (Thardelly Lima), propietario del agua y candidato a gobernador, los quiere secos, asustados, eternamente pobres e idealmente muertos.
La película hierve a fuego lento un guiso de injusticia e indignación, donde los enemigos del pueblo son desalmados, hablan inglés, están armados hasta los dientes y su líder, Michael, lo interpreta Udo Kier, un veterano y persistente actor alemán, y un rostro ideal para ser un jefe de mercenarios, apoyado por funcionarios judiciales y locales.
En estas condiciones, Bacurau acude a los hijos descarriados, pero con permiso para ser pródigos y autorización para matar: Lunga (Silvero Pereira) y los suyos, los nuevos cangaceiros.
Y así, entonces, la película parte con parsimonia, folklore y costumbrismo; luego presenta a la banda imperialista y llega a una recta final sangrienta y desbocada, para el duelo final del pueblo armado contra el invasor.
Es un cine fusión o un cinema novo cuisine, con ingredientes de John Carpenter, realismo social, factor gore, resurrección del westernfeijoada y un cine de acción popular que le lleva mensajes políticos y logra premios, pero también corta entradas y mete público.
Y el Festival de Cannes, por lo tanto, hace lo que más le gusta a cualquier festival: seguir la huella, descubrir continuidad, encontrarse razón y premiarse a sí mismo.
“Bacurau”. Brasil - Francia, 2019. Directores: Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles. Con: Udo Kier, Thomas Aquino, Sonia Braga. 131 minutos. En www.cinepolisklic.cl