Frente a la séptima película dirigida por George Clooney, es inevitable recordar otros títulos de ciencia ficción que cabalgan por el espacio infinito, el temido apocalipsis y la destrucción del mundo conocido.
En algunas participó como actor, “Gravedad” (2013) o “Solaris” (2002); y en otras, seguramente, le habría encantado estar: “Jinetes del espacio” (2000) o “La carretera” (2009), porque de todas ellas, y de otras más, se nutre “Cielo de medianoche”, una película donde sobra voluntad edificante, discurso esperanzador y buenas intenciones.
Es la historia de Augustine Lofthouse (George Clooney), destacado científico y un hombre emocionalmente egoísta, que un día descubrió el planeta K23, un lugar donde eventualmente podrían vivir los seres humanos, no una Tierra 2, sino algo mejor.
Es el año 2049, la Tierra agoniza contaminada y su enfermedad es tan terminal como el cáncer que padece el viejo Augustine, que permanece en la estación Barbeau del Círculo Polar Ártico, que ya fue evacuada y yace solitaria, con la excepción del científico y otra persona que aparece de repente, por lo visto quedó rezagada, es una niña que se llama Iris (Caoilinn Springall) y es muda, pero dibuja, se maneja con el tacto, la sonrisa es dulce y la mirada luminosa, por supuesto.
Ese escenario de señales y signos podría ser pavoroso, pero no lo es tanto, porque Augustine está concentrado en la nave Aether que vuelve del planeta K23 y como no hay comunicaciones desconocen la tragedia global, pero el científico quiere hablarles y advertirles.
Son cinco los tripulantes del Aether, dos mujeres, una de ellas embarazada, y tres hombres. La mayoría de los temas de conversación son personales —sentido de la existencia, familia, porque soy lo que soy— y lo más trivial es colocarle nombre a la futura guagua, que van de Carolina a Hyacinth.
Hay dos acontecimientos afortunados que algo rescatan a “Cielo de medianoche”.
La antena de la base Barbeau carece del alcance suficiente y necesitan viajar al lago Hazen, donde existe otra más potente, y solo así podrán contactarse con la nave. Esto implica para el científico e Iris salir a la intemperie, viajar decenas de kilómetros, enfrentar el viento, la nieve y también hay lobos. Algo es algo.
En la Aether hubo un cortocircuito o algo así, y la nave espacial debe internarse por una zona no mapeada, por lo tanto, desconocida y desde luego peligrosa. De nuevo: algo es algo.
En estas películas la pregunta típica es si alguien me copia.
Bueno, para que alguien te copie tendrían que pasar más cosas.
Si la pregunta del director, a propósito de su película, es si alguien me copia, la respuesta de la no ficción preapocalíptica es la de George, pide un Nespresso y una cápsula de ispirazione.
“The midnight sky”. EE.UU., 2020. Director: George Clooney. Con: George Clooney, Felicity Jones, Caoilinn Springall. 122 minutos. Netflix