¡Cuántas veces nos hemos arrepentido por no haber tenido un gesto que habíamos pensado hacer y lo postergamos innecesariamente! La pandemia, como la realidad, ha sido en ello una dura maestra: a muchos de nosotros se nos han ido personas a las que sentimos que hubiese sido tan bueno expresarles nuestro cariño, agradecimiento y admiración con gestos y palabras, pero lo postergamos en espera de tener un tiempo con mayor calma para hacerlo mejor, lo que por supuesto nunca llegó a suceder.
Seguir las primeras intuiciones al momento de expresar los afectos suele ser, como en muchos otros planos, una idea acertada para nuestros amigos, y con una palabra, una llamada o un correo, podemos hacernos presentes para acompañarnos mutuamente.
Cuánto se agradece en estos días de pandemia un gesto como una llamada telefónica cariñosa, poner un WhatsApp, o darse el tiempo para un correo y poder compensar de algún modo todos esos espacios afectivos que deja el aislamiento social al que hemos estado sometidos.
Los niños aprenden por modelaje de la conducta de su familia, pero también por la enseñanza intencional. Incentivarlos a hacerle un dibujo a la abuela, escribirle o grabarle un mensaje a un amigo que puede sentirse solo, darle las gracias a su profesor o profesora por lo que le enseñó, es hacerlo ser y sentirse una mejor persona, lo que no es menor para el desarrollo de su conducta posterior. Es romper la cáscara del egocentrismo para pensar en el otro, aprender a conectarse y ver la realidad desde la mirada de otra persona.
Pero a pesar de lo anterior, muchas veces decidimos postergar una acción que podría haber llevado aliento o compañía en un momento muy especial.
El verbo “procrastinar” es el que mejor define esta actitud de posponer o aplazar tareas y responsabilidades por otras que nos resultan más gratas o urgentes. Es una forma de evadir una tarea usando otra como refugio, o simplemente retrasándola. En ello no siempre hay pereza, sino muchas veces miedo. Es dejar algo pendiente sin realmente haber decidido no hacerlo.
Es necesario recordar aquello de que lo mejor es enemigo de lo bueno y que el momento es ahora y no mañana. No deje pasar la oportunidad de enseñarle al niño a expresar su cariño, agradecimiento y admiración en el momento oportuno. Eso lo hará una mejor persona y será un aporte a la felicidad de otros.