Para quienes pasaron esta cuarentena en ambientes familiares filovegetarianos, esto de ir a comer carne adquiere un cariz casi clandestino. Y se le suma a la experiencia la extrema precaución y la previa reserva, el ocultamiento del rostro y la sanitización de las manos, la lectura de la carta con un código digital y los cubiertos entregados en sobres de papel, por lo que una salida a esta nueva La Cabrera solo se desordena un poco al llegar el primer plato: una prieta y una longaniza —en la carta como “Matrimonio” ($7.900)—, las que vienen perfectas para comenzar despacito en este restaurante. Porque entre pancitos y potecitos varios —con paté, puré de manzana, aceitunas al chimichurri y otros tantos más—, en este caso se optó por la entrada ya mentada, solo por un postre al final y por dos medias porciones de carne y se terminó completamente lleno (aunque como decían las abuelitas, “solo las micros van llenas”. Satisfechos, entonces, abuelitas).
Inaugurado en este inolvidable año, e instalado en una inolvidable esquina (la del ochentero Regine's, a googlear), esta franquicia argentina se ha atrevido con un segundo local, tras el exitoso de Alonso de Córdova. Y ha resultado, en plena y cuidadosa apertura. Con mucho cuidado, pero sin andar tenso, el personal se nota trabajando para que esa parte —la de fuera de la cocina— no desentone con la comida. Con esos únicos embutidos propios y, luego, con la carne, que es el tema.
De lo ofrecido en la carta, se optó por lo más sabroso y más difícil: medio asado de tira ($12.900) y media entraña americana ($15.900). Se aceptó la recomendación de los tres cuartos de cocción y estuvo acertado. Blando y con ese maravilloso sabor característico de la buena grasa (la mala es toda la que sale en los exámenes del doctor). Para compensar algo que fuera, una tremenda ensalada de ese pasto conocido como rúcula, con queso parmesano rallado y tomates cherry confitados (grande, mucho, a $7.900). Y como la idea tampoco era renegar de la propia naturaleza, una porción de pastelera ($5.900), gloriosa. Todo esto rodeado de nuevos potecitos: ensalada de mote con pimentón, crème brûlée de zapallo, pebre, guacamole, papas mayo, hummus y más.
Para terminar (y por suerte no traen, además, potecitos dulces) una tremenda porción de churros con manjar caliente para untar ($6.900). Dos expresos y la posterior y mentirosa promesa interior de desempolvar la bicicleta estática.
Por esa entraña, lo que haya que hacer.
Isidora Goyenechea 3275, Las Condes. Teléfono: 934524440.