Fue la pandemia la que sacó a esta megaproducción de las pantallas de los cines, cuyo director, Michel Hazanavicius, se llenó de Oscar y de fama, pero también de críticas y algo de desdén, por “El artista” (2011). Algo similar, pero con menos resonancia, le ocurrió con “Godard, mon amour” (2017) y las aventuras del agente OSS 117 que interpretó Jean Dujardin en dos películas de 2009 y 2006.
Hazanavicius es polémico y atiende a un director de la Nueva Ola o al espía que creó el escritor Jean Bruce, y no se amilana con nada, para todos tiene tratamiento y así como hizo una película muda y en blanco y negro, en plan homenaje, por supuesto que puede realizar un enorme pastiche infantil color pastel, con lecciones sobre las relaciones padre e hija y además con consejos dirigidos a la sociedad francesa, con sentencias para el bronce, del tipo “gracias a la confianza, todas las puertas pueden abrirse”. Y otras menciones, un poco ambiguas, sobre prácticas que explotan la desesperación de la gente y cultivan la ingratitud.
Es un director que se siente capaz de todo, es un faro, consejero y guía, que no reconoce sus límites, pero sí sabe aumentarlos. En esta ocasión está su actriz predilecta, Bérénice Bejo, su pareja y quizás su musa, pero el gran protagonista es Omar Sy, un actor popularísimo desde “Amigos intocables” (2011), que saltó a los blockbusters de Hollywood y sus secuelas, con “X-Men: días del futuro pasado” (2014) o “Mundo Jurásico” (2015).
Djibi (Omar Sy) es un viudo que vive en un pequeño departamento con su hija Sophie, interpretada por Sarah Gaye a los 8 años y Keyla Fala a los 12, que es cuando realmente empiezan los problemas.
Es un hombrón ingenuo y un obsesivo contador de historias, y en ese trance, la película se transporta a un escenario de castillo, lanceros, elefantes, majarahás y un reino encantado, donde Djibi es el príncipe y su hija es la princesa que debe rescatar.
Ese mundo encantado en realidad es un set de filmación, aunque nunca se ve quién filma nada, pero son personajes que intentan estar activos y vigentes, hasta que les llega la hora y los desechan, donde la referencia a “Toy story 3” (2010) es notoria.
“El príncipe olvidado” avanza por estos dos carriles, donde el mundo real y el reino encantado se confabulan, para que la vida encuentre consuelo y sentido. El lugar de la conexión es el cine y aparentemente un autor como Michel Hazanavicius es capaz de realizar la alquimia, forjar la enseñanza y por eso el mensaje de la película empieza después del fin.
En otros términos: la película no le basta, y quiere más. En fin.
El destino de “El príncipe olvidado” es el enorme arcón que contiene la voluntad (tantas veces la mejor) y la intención (tantas veces buena), de los directores que en el mundo son y han sido.
Hay gente que no le teme a Dios.
Hazanavicius no le teme al cine.
Mala cosa.
“Le prince oublié”. Francia - Bélgica, 2020. Director: Michel Hazanavicius. Con: Omar Sy, Bérénice Bejo, Keyla Fala. 101 minutos. www.cinemark.cl/cineonline