Esta es una pequeña película de terror inglesa, pero esto en principio, porque “Su casa” se sacude el encasillamiento y no se consume en un género, más bien al contrario, su opción es convertirse en un título raro, fronterizo y un poco indefinible.
Es el viaje desesperado y la huida desde un Sudán en llamas, de Bol (Sope Dirisu) y Rial (Wunmi Mosaku), una pareja que cruza el mar rumbo al lejano refugio de Europa, el bote repleto se hunde, hay víctimas, son rescatados y después de un año de encarcelados, las autoridades inglesas les otorgan permiso para vivir en un barrio y en una ciudad que desconocen.
Les asignan una casa pareada, maltrecha, pequeña y pobre en un barrio obrero de Londres. Y es un permiso frágil para el señor y la señora Majur, ese matrimonio africano que recibe 74 libras a la semana, carecen de permiso para trabajar y están bajo estricta observación, antes de otorgarle cualquier residencia y asilo definitivo.
Mark (Matt Smith), el funcionario que los recibe y les abre la puerta de esa casa rota y maloliente, les recuerda algunas de las condiciones que deben cumplir: ni fumar ni fiestas, ni amistades ni alcohol.
Bol habla por él y por su mujer Rial: “Somos buena gente”.
Esta historia habla de las desconfianzas y temores de una civilización que se construye sobre el tránsito y los cruces de caravanas de migrantes, gente que escapa de la pobreza y de las matanzas, y viajan en busca de nuevos mundos.
En ese espacio pantanoso y mutuo, se mezclan creencias y costumbres, vestimentas y religión, temor y resistencia ante lo desconocido.
Los anfitriones casi no los tratan, los vecinos apenas se ven y Bol, alguna vez, sale a comprar y los guardias lo vigilan, y en un bar, y en el colmo de una integración patética e inútil, canta a coro por Peter Crouch, un jugador de fútbol larguirucho y goleador.
Rial sale menos aún y cuando lo hace, un trío de estudiantes, por lo demás hijos de migrantes, le muestra a la mujer lo que realmente sienten: rechazo y desprecio.
Bol y Rial, por tanto, casi no ponen los pies fuera de la casa y ven el nuevo mundo desde lejos.
Bol, a veces, se despierta con angustia, porque viene huyendo de pesadillas recurrentes: en su casa inglesa hay gente detrás de las paredes. Son sueños fantásticos, pero malos sueños.
Rial ha visto cosas, no solo durmiendo, sino en el día y hasta conversó con un hechicero brujo, que los acompaña desde cuando salieron de Sudán. Ella no les teme a los fantasmas, ya se le agotó el miedo: ha visto demasiado, guerras entre tribus, gente ardiendo que camina sola y madres que gritan porque les arrebatan a las hijas.
Sin embargo, lo que realmente la atormenta es una frase que encierra un terror propio y ajeno. Es la presentación de su esposo a los desconocidos ingleses. Una frase que suena terrible y que retumba y demuele: “Somos buena gente”.
“His house”. Reino Unido, 2020. Director: Remi Weekes. Con: Sope Dirisu, Wunmi Mosaku, Matt Smith. 93 minutos. Netflix