Este retorno paulatino a clases presenciales tendrá características muy especiales para todos, ya que habremos salido de un período de confinamiento en el cual, si bien existían los vínculos familiares y contactos virtuales, nos faltaba el contacto cara a cara con los amigos y familiares, donde la mirada juega un rol tan significativo en la comunicación afectiva. Estos meses habrán significado para los niños y niñas un cambio en la percepción de sí mismos y en la mirada de su relación con otros. Después de esta crisis sanitaria, no se pueden retomar las rutinas escolares haciendo como si nada hubiese pasado. Conversar es indispensable para que los niños se descompriman y se sintonicen con las vivencias emocionales propias y ajenas. Cuando hay espacio para escuchar y expresar las emociones y un adulto con las competencias para escuchar, reconocer y validar estas emociones, se produce la contención que da un ambiente protector. Ello permitirá que se regulen y puedan conectarse empáticamente con quienes los rodean.
Es el tiempo de privilegiar el bienestar emocional de los niños por sobre cualquier otra consideración. En unas pocas semanas podrán recuperar los aprendizajes, pero en situaciones de estrés el aprendizaje académico se interfiere. Ahora es tiempo de sentirse acompañado, bienvenido, comprendido y de recuperar la calma y los vínculos afectivos. Los niños necesitan sentirse escuchados y recuperar los vínculos con sus compañeros.
Esta vuelta a clases tendrá algunas restricciones que no son fáciles de cumplir, especialmente para los niños más pequeños, como es no tocarse y mantener una distancia física. También será complejo usar mascarillas y lavarse las manos con frecuencia. En vez de dar órdenes, es importante que padres y profesores conversen del tema, pidiéndoles que ellos cuenten cómo han aprendido a cuidarse. Cuando un niño verbaliza, más que cuando solo escucha, es más probable que tome conciencia y cumpla las instrucciones de autocuidado y de cuidado de los otros.
Lo vivido es una oportunidad para que valoremos lo mucho que el espacio escolar aporta en términos de bienestar emocional y aprendizaje.