Para algunos, la sigla IA no significa “inteligencia artificial”, sino “inteligencia aumentada”.
“Inteligencia artificial” parece sustituir al cerebro, mientras “inteligencia aumentada” es calarse patines y acelerar.
Así, sin saltarse la ética ni las normas, acelerar una salida al covid-19.
En 2017, el sistema público de salud del Reino Unido (NHS) invirtió en IA; en 2019, creó un proceso IA para probar tratamientos, el sistema RECOVERY.
Llegado el covid-19, el NHS —junto a la U. de Oxford— trabajó el RECOVERY ensayando soluciones.
Participó Nicole Mather, del departamento de Ensayos digitales del NHS y funcionaria de Ciencias de la Vida de IBM. El equipo disponía de millones de datos del NHS y les injertaban los ensayos de vacunas o tratamientos. En la revista Nature, Mather contó cómo acelerar la tarea.
El 16 de junio, el NHS anunció que la dexametasona podía reducir en un tercio la mortalidad de los enfermos muy ahogados por el covid-19. Gracias a la IA, el estudio analizó 12 mil pacientes en tres meses. En 9 días, el resultado recibió el visto bueno ético y regulatorio (habitualmente toma entre 1 y 2 meses). Y se hizo público antes del mes. ¿Cómo imitar esa velocidad?
Nicole Mather aconseja:
Primero, adelgazar la burocracia. Segundo, disminuir la complejidad de los formularios, los protocolos, los requisitos de información sobre el paciente. Aprobar eso puede requerir meses y una escalinata de autoridades. Durante el covid-19 la autoridad ética tardó 10 días en aprobar; antes tardaba 60.
Tercero, aprovechar los sistemas de data. Pedirle al paciente el mínimo de datos y su consentimiento. Y esto se “encaja” en la nube de información del NHS, la experiencia acumulada sobre tratamientos, diagnósticos, ensayos, resultados clínicos y sobrevivencia. Cuarto, fortalecer la confianza de los pacientes y del público, con instituciones que despiertan confianza. Quinto, mantener la transparencia: publicar todos los protocolos y documentos.
En Chile, el Dr. Alexis Kalergis dirige el Instituto Milenio en Inmunología que diseña una vacuna para el covid-19. Él destaca la colaboración internacional, más que la IA, para “generar respuestas con posibilidad de éxito, respetando todas las normativas que exigen las agencias regulatorias, como los Comités de ética, el ISP en Chile y la FDA en EE.UU.”.
Cita las colaboraciones de la comunidad científica, los gobiernos, las empresas que logran hoy “avanzar a una velocidad sin precedente en la historia del desarrollo de vacunas y otros medicamentos contra el covid-19”.
Cuenta que 10 universidades nacionales integran el Consorcio para evaluar vacunas y terapias covid-19. Colaborando, aumentarán la eficiencia y se consagrarán para realizar estudios clínicos.
Él y su equipo están listos. Probarán en chilenos la vacuna del laboratorio Sinovac chino contra el covid-19. Ella ha pasado las dos etapas previas al ensayo en humanos.
Están contra el tiempo; la experiencia del sistema inglés les vendrá bien.