¿Se imagina usted que en un país de ficción, en un ambiente de zozobra institucional y de desconfianza terminal de la población hacia su clase política, esta última le propusiera a aquella que sus ahorros previsionales se transformaran en un “vale por” de una cantidad de dinero que estará en una cuenta “nocional o ficticia”?
Ignorada bajo el tráfago y vértigo político y sanitario del último semestre, esa idea ha sido propuesta en nuestro Congreso. En serio. Esa propuesta de la oposición es el último episodio de una saga que se alarga angustiosamente a pesar de al menos un consenso político y técnico existente desde hace más de una década.
Algunos llevan cuarenta años tratando de desarmar el sistema de pensiones y el resto lleva al menos una década discutiendo cómo mejorarlo. Nadie discute la necesidad de aumentar la tasa de ahorro previsional de 10%. Ese número que puede haber tenido sentido cuando los chilenos vivían en promedio 10 años menos, ya no lo tiene.
La aparición de la idea de las cuentas “nocionales o ficticias” casi no debiera sorprender en esta saga, donde, en el fondo, la discusión ha sido siempre la misma: ¿a dónde van a parar las cotizaciones previsionales adicionales? Por eso no prosperó la reforma propuesta por el gobierno de la Presidenta Bachelet, que reintroducía la lógica del reparto destinando un 2% a un Fondo Colectivo.
Este gobierno propuso en 2018 —como lo había anunciado en su programa— una cotización adicional de cuatro puntos que sería administrada en cuentas personales y de acuerdo a la voluntad del trabajador. De los dos pilares de su proyecto, durante la tramitación en la Cámara de Diputados, el Gobierno abandonó el primero al aceptar la idea de un Consejo Público Autónomo, encargado de licitar la administración de la cotización adicional, y luego un Consejo Administrador de Seguros Sociales, encargado de administrar la cotización adicional. Meses después abandonó el segundo, al acordar un 2,8% de cotización obligatoria adicional destinado a un fondo de reparto (Programa de Ahorro Colectivo Solidario).
Al llegar al Senado, el proyecto se encontró con el realismo mágico, las mencionadas cuentas “nocionales o ficticias” a las que iría a parar el 6% de cotización adicional en su totalidad, a cambio de la promesa de que se le va a reconocer en el futuro un derecho respecto de futuros beneficios…
Por si acaso, el anterior párrafo lo dejé incompleto a propósito. Para qué seguir escribiendo si la mayoría de los trabajadores chilenos va a dejar de leer en cuanto vea las palabras “ficticia”, “nocionales” y “promesas”. Los detalles que nadie va a leer serían, creo, más irritantes aun para una población en estado de alerta ante la evidencia de que a la política nacional le importa mucho más quién administra sus fondos que la realidad de las pensiones.
(Si le interesan esos detalles, están en este párrafo, que es harto enredado. En la cuenta nocional no se reconocerá todo lo cotizado, sino que solo cuatro puntos de acuerdo a la totalidad de su ingreso imponible, mientras que los otros dos puntos restantes se reconocerán de acuerdo a la renta promedio del total de los cotizantes. Así, a los que cotizan por un ingreso superior al promedio se les reconocerá como futuro beneficio un monto inferior. Asimismo, respecto de la rentabilidad generada por los ahorros acumulados en estas cuentas ficticias solo se reconoce una parte de ellas como de propiedad del titular de los ahorros, ingresando el resto a un Fondo Colectivo).
Admito que mi intento por explicar los detalles puede no haber dado resultado. Les deseo mejor suerte a los senadores que intenten explicarle a la gente que sus ahorros estarán disponibles ficticiamente, aunque solo parcialmente… pero en serio.
¿Qué se contestará el Gobierno cuando se pregunte, ya no dónde quedó su propuesta original, sino cómo se intentaría explicar al país lo que se está discutiendo hoy en el Senado?
Lo notable es que mientras más se distancia la discusión —y el propio Gobierno— de su propuesta original, esa fuga es en un contexto en que la gente y sus intuiciones respaldan de manera mayoritaria y cada vez más evidente la idea central del proyecto original: cuentas personales para un ahorro previsional protegido por la garantía de la propiedad privada.
Con la misma contundencia en que los últimos meses dejaron pruebas del ánimo transversal de profundizar mecanismos de ayuda social solidarios, los chilenos dejaron claro en el último mes que meterle mano al ahorro previsional no es un mecanismo que vayan a tolerar.
Por mi parte, quizás sea justo reconocerle, aunque sea tarde, al Gobierno anterior el mérito de haber puesto en votación una propuesta consistente con lo que creía.