Esta película basada en hechos recientes tiene un valor añadido para los espectadores chilenos.
El centro de operaciones es la sede de la GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno), donde Katherine Gun (Keira Knightley) escucha conversaciones ajenas, transcribe textos privados, traduce mensajes y espía a los enemigos del Reino Unido, donde el terrorismo árabe es un objetivo principal.
Son los comienzos del año 2003, cuando el gobierno de George W. Bush y el premier británico Tony Blair buscan la anuencia y votación favorable del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para invadir al Irak de Sadam Hussein, y sus arsenales de armas químicas y nucleares, que en realidad fueron un pretexto, porque nunca existieron.
Son seis los países miembros no permanentes de dicho consejo, Chile es uno de ellos y por eso el valor agregado, porque la funcionaria recibe un correo que proviene de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.) y lo firma un tal Frank Koza, un nombre ideal para una película de espionaje. Dicho correo pide investigar, intervenir y espiar a las delegaciones de esos seis países, con el fin de descubrir secretos e intimidades que puedan servir como presunto chantaje, para conseguir con métodos perversos una votación favorable.
Gun, en ese entonces, era una empleada de 28 años, casada con un emigrante turco y una ferviente opositora al gobierno de Blair, que frente al descubrimiento del correo infame lo copia y envía al periódico The Observer, específicamente.
La película es ordenada y pedagógica, y el aburrimiento, porque salta a un segundo escenario: la prensa y el golpe periodístico, comprobaciones, tensiones editoriales y finalmente una decisión, donde el protagonista es Martin Bright (Matt Smith), un periodista al que por casualidad –como tantas veces– le llega la información.
Y luego, a un tercer escenario: el juicio y el abogado defensor Emmerson (Ralph Fiennes) de Katherine Gun, que debe levantar estrategias, soportar presiones y seguir adelante.
La película contiene el aire antibélico y de denuncia que tuvo “Enemigo invisible” (2015), también de Gavin Hood, con una coronel que desde Londres dirigía ataques con drones armados contra el terrorismo árabe, y el precio por un blanco era arrasar con barrios inocentes de Nairobi.
Hood, de origen sudafricano, también ha filmado producciones estadounidenses con grandes aspiraciones comerciales: “X-Men. Orígenes: Wolverine” (2009) y “El juego de Ender” (2013).
Y más atrás, por “Tsotsi” (2005), ganó el Oscar a Mejor Película Extranjera, por una historia con pandillas jóvenes y violentas de la periferia de Johannesburgo.
En resumen: es un director que no confunde las carpetas y será una cosa o será la otra, pero siempre ordenado.
Chile, para que nadie se pierda, votó en contra de una invasión que finalmente igual se produjo.
“Official Secrets”. EE.UU.-Reino Unido, 2019. Director: Gavin Hood. Con: Keira Knightley, Matt Smith, Ralph Fiennes. 112 minutos. En Amazon Prime Video.