Estos tiempos de delivery son fértiles en certezas exprés que, contrastadas con la realidad, a veces se desmoronan igual de rápido que sus génesis. Por ejemplo, que siempre el sabor y la textura de una comida al vacío superan a los de una congelada. Pero la realidad se encarga de mostrar que hay casos y casos, con situaciones gélidas y sorprendentes como la de Comedor Común que —con una oferta acotada y en extremo atractiva— le ha dado a varios clavos, a la luz de lo probado en esta experiencia. Probado no solo con felicidad, sino con máxima dicha.
Primero, los precios son convenientes, considerando la cantidad bien generosa. Por ejemplo, en sus variantes para dos, el pollo al cognac vale $10.500 y trae un par de trutros enteros —de plumífero feliz, pero ni tan deportista por suerte—, con abundante caldo, zanahoria y cebolla pluma (y la pimienta entera, maravillosa). Lo mismo la porción de polpette di carne, que por $10.500 trae unos albondigones de carne de chancho y vaca, con queso y callampa seca, nadando en salsa de tomates y con una bolsita de bechamel anexa. La verdad: comer una de estas esferas densas y bien aliñadas, que parecen de abuela, después de haber caído durante el encierro en el otro pecado de la carne —comer de esas hamburguesas congeladas—, opera casi como una purificación tras la falta.
Dentro de otras de sus ofertas, entre los guisos de cuchara para dos, tampoco hubo desperdicio. Un plato bien sopeado y picantoso de pallares, esa variedad de poroto cuasi mutante, con abundante carne deshilachada de pato y rodajas de salchicha rústica ($13.000). Y compitiendo en aroma en la misma mesa, con una verdadera invasión nasal del pimentón, unos garbanzos con blandísimo pulpo a la gallega ($13.000). Al igual que con los anteriores platos, como para dos y medio en sus cantidades. Y sin timidez al aliñar (desempolve el tinto).
Hay platos con guarniciones para dos, kits de hamburguesas para armar (agotados en esta ocasión), carne mechada, ragú y sopa de cebolla que quedarán para después. El envío es programado. También ofrecen café (el peruano, complejo) y, si es por encontrarles algún error, se les recomienda que pongan el grado de tostado, pues. Y que también incluyan algo vegetariano en la carta (que no sea el puro puré de papas). Pero estos son pelos de la cola, porque la verdad es que en este comedor son cracks de la olla. Y eso es lo más importante.
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