La última película de Spike Lee se estrena en un momento crucial para su país, y lo sorprendente es que podría haber sido una respuesta al asesinato de George Floyd; en cambio, y por eso es tan reveladora, fue filmada antes de la muerte, protesta e ira popular.
“5 sangres”, entonces, se hunde en las raíces profundas del país, y cuando George Washington es padre de la patria, Otis (Clarke Peters), que combatió en Vietnam, agrega un dato: tuvo 123 esclavos.
Otis y tres más: Paul (Delroy Lindo), Melvin (Isiah Whitlock Jr.) y Eddie (Norm Lewis) eran los “5 sangres”, y los cuatro regresan al país donde combatieron, por la promesa que le hicieron al mejor de ellos: Stormin Norm (Chadwick Boseman), un faro en la valentía y convicciones: “No hemos hecho más que morir por este país, esperando que un día nos den el lugar que merecemos”.
Los sobrevivientes regresan para rescatar el cuerpo del caído y trasladarlo al lugar que merece: al Cementerio de Arlington, para que descanse bajo la tierra de su país y entre los héroes.
Spike Lee, como Stormin Norm, siente la misión de guiar a su gente, rebota el eco de la religión y es un pueblo que aún no llega a su tierra de promisión, pero hay promesas en la música, la política, un ring, el púlpito, un grupo revolucionario o el cine.
La película, cada cierto tramo, reproduce citas e imágenes de su gigantesca historia en Estados Unidos. Será Angela Davis, Muhammad Ali o Martin Luther King, entre tantos otros, y “5 sangres” se incrusta en esa narrativa y lo hace con orgullo y sinceridad: nunca ha sido fácil, y tampoco lo será ahora.
Esos cuatro no han vuelto a Vietnam solo por compañerismo y gratitud, sino también porque cerca de la tumba hay otro tesoro enterrado: lingotes de oro.
En esta historia hay lealtad y debilidad, divisiones, desconfianza y bandos, por ejemplo: Paul votó por Trump y luce el gorro rojo con la promesa de que América será grande de nuevo.
La textura de la película, el cuadro en la pantalla del televisor, se ensancha y reduce, o es nítido y limpio, y a veces sucio y poroso. Así se cuenta la historia.
Cuando hay flashbacks y es Vietnam en guerra, esos cuatro viejos no cambian, ni son otros actores ni tampoco truco digital, las personas negras de antes siguen como ahora o viceversa: esa es la historia.
Para entenderla mejor, cada cierto tiempo, hay que volver a las sagradas imágenes: Malcolm X, el puño de los Panteras Negras, siempre Martin Luther King.
No es un país ni un pueblo fácil: ni Estados Unidos, ni los blancos, ni los negros.
La muerte en “5 sangres” llega como rayo inesperado y Spike Lee utiliza de manera ejemplar el suspenso y la espera por la explosión o un disparo, que por algún lado llegará.
El viejo Paul lo sabe, e incluso lanza su sermón frente a la cámara y ahora no le habla a nadie de la película, sino a los espectadores: es Stormin Norm o es un director como Spike Lee, es alguien negro que resistirá, seguro que lo hará.
Nada es fácil.
“Da 5 bloods”. EE.UU., 2020. Director: Spike Lee. Con: Delroy Lindo, Chadwick Boseman, Clarke Peters. 156 minutos. En Netflix.