La colaboración del director Michael Showalter con Kumail Nanjiani, un actor de origen paquistaní, se inició en “Hola, mi nombre es Doris” (2015), donde no era más que un secundario, y se afianzó en la segunda película “Por eso lo llaman amor” (2017), por el éxito en taquilla y la nominación al Oscar al Mejor Guion Original que obtuvieron Nanjiani y su esposa, por un texto más o menos basado en su vida real, sobre cómo se conocieron, superaron la enfermedad de la mujer y continuaron juntos.
En esa comedia, lo de fondo, era la desconfianza que despertaba en sus suegros estadounidenses la presencia de un hombre color aceituno y de raíces musulmanas, enamorado de la hija rubia y blanca.
Con un agregado que lo hacía peor y más sospechoso: su aspiración de convertirse en estrella del stand up comedy, y la película descuartizaba esos recursos humorísticos, a veces por ramplones y otras por patéticos.
El caso es que con “Dos tórtolos”, es lo más probable, culmina esta colaboración, porque la película es el peldaño previo al cambio de estatus de Nanjiani, que en “Los Eternos”, la nueva apuesta de Marvel, será el superhéroe Kingo, con espíritu de samurái, gran espadachín y un personaje que es pura fibra y músculo, para una superproducción que se estrenaba en noviembre, pero por la pandemia se retrasó a febrero del 2021.
En “Dos tórtolos” es Jabrin, el personaje anterior: un hombre pacífico e inofensivo, de profesión documentalista, y un ciudadano totalmente incorporado a la cultura estadounidense desde la mirada de la minoría, que es capaz de detectar el racismo en todos sus grados, desde los imperceptibles a los notorios.
Esa capacidad de observación la comparte con su mujer, porque si antes era Chicago y una pareja blanca, ahora es Nueva Orleans y una esposa negra: Leilani (Issa Rae), publicista.
La historia, en un alarde de síntesis, parte con ambos solteros, rápidamente enamorados y a los cuatro años de casados ya están aburridos, incluso hastiados el uno con el otro y mientras van en auto lo deciden: terminar y separarse.
En ese momento, que es como a los diez minutos, se produce el accidente —atropellan a un ciclista— que le otorga una velocidad distinta a una comedia que se contamina con un relato criminal donde caben extorsiones, torturas, asesinatos y hasta sectas secretas con gente rica, pervertida y enmascarada.
En el trayecto de persecuciones y confusiones, Jibran y Leilani, incluso con los cambios de ropa o en compañía de sus amigos, siempre tienen algún apunte cómico o más o menos cómico, con respecto al racismo del país donde viven.
El poncho de la comedia romántica y dislocada, desde luego le queda grande, pero la película intenta, hasta donde puede, sostener el ritmo y no aflojar el humor ni la aventura de los tórtolos que, según la RAE, y en una de sus acepciones, significa pareja de enamorados. Por si alguien no lo sabe.
“The lovebirds”. EE.UU., 2020. Director: Michael Showalter. Con: Kumail Nanjiani, Issa Rae, Paul Sparks. 90 minutos. En Netflix.