Quizás lo más pedagógico de “La otra Missy”, una película claramente poco exigente y barata, es su condición de producto desechable sin coartadas ni vergüenzas, porque en este sentido es un producto honrado.
Se trata de una comedia masticable para alimentar el
streaming y sin más aspiraciones que engrosar la oferta de una plataforma que devora, desecha y, como continúa hambrienta, necesita de una industria que provea con abundancia, rapidez y escasos miramientos.
El fugaz logo empresarial al comienzo de la historia, el de Happy Madison Productions, luce la foto de un señor de edad y barbón, cuyo nombre fue Stanley Sandler, y la imagen es el tributo que ideó Adam Sandler, un buen hijo y el fundador de la compañía.
Una empresa, desde 1999 a esta parte, ya produjo decenas de títulos y los cinco últimos, donde las comedias son la especialidad, se han distribuido por Netflix, con un reparto encabezado por el propio Sandler o bien por sus numerosos amigos, que son el rat pack de estos tiempos.
Uno de ellos, David Spade, interpreta al protagonista: Tim Morris, vicepresidente de una empresa de préstamos, que sufre una confusión en el celular entre dos mujeres llamadas Melissa: una fue Miss Maryland, pero el mensaje se lo envía a la otra, a Missy (Lauren Lapkus), donde la cara porfiada no es el inconveniente más grave, sino su carácter payaso, disruptivo, grosero y descarado.
La invitación es a un viaje corporativo con pareja y a Hawái, además en business, donde los costos los asume la compañía Crédito América, con el fin de cohesionar equipos y que el personal lo pase bien y que finalmente se conozcan mejor.
En este ambiente vacacional de fin de semana, poblado por los empleados y el dueño Jack Winstone (Geoff Pierson), reside lo zona más ácida de la película, porque describe un clima artificial y esperpéntico, en el que el patrón, incluso en los minutos de confianza, no puede evitar el desprecio por unos empleados que en realidad, y en su mayoría, son despreciables.
Otro dos compadres del actor Adam Sandler apuntalan la historia desde roles secundarios: Rob Schneider como Komante, un experimentado cazatiburones, y Nick Swardson como Nate, un director de recursos humanos que naturalmente es un fisgón de vidas ajenas.
“La otra Missy” contiene numerosos alcances a la cultura popular estadounidense, porque ese público, sin duda, es el apropiado para entender a cabalidad tantas referencias, entre otras: una serie de TV para emprendedores como “Shark Tank”, un libro del prolífico James Patterson, que es un best seller permanente, o las menciones a un exboxeador como Evander Holyfield.
Y para que nadie se pierda o más bien para que se pierda, porque los caminos del cine son curvos e inescrutables: el director de “La otra Missy” se llama Tyler Spindel y es un egresado de la Universidad de Harvard, naturalmente.
“The wrong Missy”. EE.UU., 2020. Director: Tyler Spindel. Con: David Spade, Lauren Lapkus, Nick Swardson. 90 minutos. En Netflix.