Cada quien con sus obsesiones. Por ejemplo, la búsqueda del pastel de carne y riñones —steak and kidney, en su bautizo materno—, un clásico británico que muchos años atrás solo se encontraba en el Phone box pub y luego en el King's Cross de la calle Julio Prado, ambos lugares ya RIP. Se trata de esas maravillas concebidas en la campiña y puestas en un plato, envueltas en masa y generosas en su sabor intenso (fuerte del bueno, no de desaguar mal los riñones, pues). En fin. El tema es que hay en Providencia un sitio que hace este y otros pasteles salados, buenos todos los probados, con una masa que llega calentita y crujiente al hogar (tienen también delivery de los mismos congelados). Lo reprochable fue, en este caso, que su puntualidad fue de lo menos brit. Pero bueno: son tiempos extraños también.
Llegado el encargo, la sorpresa fue que el mejor, más sabroso e intenso, fue el inesperado Megan (todos tienen nombres de la realeza, $4.000), relleno con carne molida guisada. Se podría haber esperado más fortaleza en el de carne y cerveza ale (William, $4.500), con una salsa maravillosa, o en el mismísimo Elizabeth (real bautizo para el de carne y riñones, $4.500), pero la jugada más especiada fue el Megan. El Elizabeth, el más esperado, estuvo OK, pero algo escaso al sabor de interior característico. Completó la mano uno de pollo a la mantequilla (Harry, $4.300), muy sabroso, moderado en las especias. También rico y sobrio estuvo el vegetariano de la mesa, el Camilla ($4.000), con cebolla y choclo con crema.
Respecto de este último, vaya una sugerencia a la gente de Royal pie: andar averiguando qué pastel era cada uno, en particular en una mesa compartida entre vegetarianos y no, fue un tema incómodo. Por favor: que el no animal llegue aparte. O pónganle nombre a cada pastel. Y respecto de esto mismo: no llegó el otro pedido vegetariano, el Kate —un rollo de espinaca y ricota—, lo que causó una deficiencia en la repartición (se mandó mensaje, pidieron disculpas y se reembolsó de inmediato, que quede constancia).
De los postres disponibles, un delicado lemon pie ($2.300) sin esos niveles de hiperglucemia que se pueden encontrar. Fino fino. Y una porción de carrot cake ($2.300) bien especiado, hasta navideño. Maravilloso, si lo que uno busca es eso.
Entonces, como todos estamos aprendiendo, vayan las observaciones para mejorar en otros temas, porque la cocina está muy bien. Y ojo con la hora de entrega: ya coordinar un almuerzo alrededor de la mesa entre clases y conferencias, Zoom y Canvas, es complejo. Plis.
Pedidos vía Instagram o al teléfono 9 56016571.