IBM organizó su “Think 2020” la semana pasada: todos, oradores y público, conectados desde las casas.
Nos saludábamos en el chat: “Hola, desde Talca”, o “Hi, from Dubái”.
Vi al Dr. Daria Gil, que dirige toda la investigación en IBM (unos 3 mil científicos) explicar la computación cuántica (CC); me convencí de su futuro. (La charla traducida está en https://ibm.co/3cqoSe8).
Con este instrumento, la CC, acometemos la complejidad; por ejemplo, ¿cómo armar una proteína que suplantara esos “cachos” rojos del coronavirus-2 para bloquear su ingreso a la célula humana?
La CC es capaz de armar el mejor equipo que “Colo-Colo” podría contratar para salir campeón. Recorrería los datos de miles de jugadores del mundo, eliminaría los imposibles y, conociendo los jugadores de los demás equipos nacionales, propondría, entre los cracks disponibles, la oncena para triunfar. Mucho dato, mucho proceso: la computación cuántica es velocidad.
IBM predica esta ruta y ofrece conectarse a sus computadores cuánticos. No es necesario saber programar “en cuántico”: uno envía el problema en lenguaje tradicional —por ejemplo, Python— y la “cuática” máquina cuántica lo traduce y resuelve.
Trato de explicar la diferencia entre la computación normal y la cuántica: la normal es como si estudiara un litro de agua que, por un embudo, cae gota a gota sobre un sensor; este registra cada gota y calcula cuánto tardó en descender. Un proceso lineal.
Pero, si vertiéramos el litro de agua por un colador y el sensor abajo contara simultáneamente cada gotita de la lluvia que cae y su velocidad, el computador cuántico procesaría todos los datos a la vez. Y si al colador lo hiciéramos girar a la izquierda y a la derecha mientras cae el agua, podríamos descubrir aspectos aún más complejos de cada gotita o del conjunto. Así es la CC.
Podríamos con ella inventar un material mejor para las pilas del auto eléctrico, o controlar el tráfico de una ciudad, o descubrir una inversión ventajosa en la Bolsa de comercio. O identificar un tumor, o la trayectoria de una plaga de langostas.
Hoy no hay entidades chilenas que integren la red Q de IBM. Esa es la ruta hacia el centro de 18 computadores cuánticos, incluido uno de 53 qubits, el más grande del mundo disponible comercialmente. La ruta está abierta.
Hace una semana, en https://bit.ly/3fltFjb, computines españoles recibieron el desafío IBM Quantum Challenge. Se proponen cursos de computación cuántica en línea (shorturl.at/acF47). Hay libros, tutoriales…
Pero, en Chile encontré un curso introductorio a la computación cuántica en la U. de Concepción. Otro, optativo, en el magíster de computación de la U. de Chile. Y el Instituto Milenio para investigación en óptica investiga luz cuántica, mecánica cuántica, información cuántica.
No podemos dejar pasar esto. No se trata de un aparato que ayudará a una tarea especial. La CC es una nueva escala de procesamiento, un lenguaje más difícil, una aceleración en el pensamiento humano. “¡Cuático!”.