El coronavirus nos obliga. Solucionamos casi todo de otra laya.
Somos como la Dendrocitta vagabunda de la India, un ave que, en vista de que el ser humano destruyó su hábitat, roba en la ciudad. Descubrió las velas en los templos; en picada las coge encendidas, de un sacudón las apaga y devora la cera. La mostró el N.Y. Times, el martes.
Algunos aprendizajes se asentarán tras la pandemia.
La presidenta de la Academia de Ciencias, Cecilia Hidalgo, dijo a The Clinic que habrá muchos congresos científicos por videoconferencia. Ahorrar vuelos es lo correcto, sostuvo.
En Chile, las videoconferencias aumentaron la confianza entre las autoridades regionales. Y entre tantos otros.
Mucha gente creativa aparece. Bordadoras que antes no sabían ni tejer, aplaudidas y compartidas en WhatsApp. Abren nuevos rumbos para sí.
Imposible imaginar todos los cambios en el sector servicios. El Estado acelera para digitalizarse y nos mete en el baile de la teleatención, para los impuestos, las pensiones, las planificaciones.
Y los kinesiólogos: uno me motiva diariamente a flectar músculos sepultados en el olvido. Y los profesores, que inventan cómo enseñar hoy. Los estudiantes… son más diestros y desarrollan más habilidades de las que ya tienen.
Una nieta mía en la universidad, cuando sus compañeros iban a huelga protestando porque algunos no podrían conectarse, pidió averiguar quiénes eran. Era uno. Lo ayudaron, no hubo paro. (Se ha hecho demasiado caudal de la desigualdad en el acceso a internet y computadores; el país lleva décadas y millones de inversión achicando la brecha digital, y avanzamos en eso).
Por eso, las “teleliturgias” que los pastores religiosos autorizaron. Hay audiencia.
Después de esto, habrá más medicina a distancia.
El martes, en la revista digital Otolaryngology Head Neck Surgery nueve investigadores estadounidenses, entre ellos, uno de la U. de Johns Hopkins, publicaron lo aprendido durante el covid-19. Lo que más me gustó fue la idea de combinar inteligencia artificial con teleexámenes para diagnosticar con mayor precisión.
Una investigación italiana publicada el jueves por Jama Psychiatry concluye que, para la próxima pandemia, habrá que disponer de más sistemas para teleatender. Y apoyar la salud mental de muchos más que ahora.
El miércoles, el ministro de Ciencia, Andrés Couve, entregó una cuenta y expuso los aprendizajes en su cartera.
Por ejemplo, el vínculo entre 21 centros de diagnóstico regionales para detectar el virus. O las 13 iniciativas para producir mascarillas, máscaras, trajes de protección. Y los cinco proyectos de ventiladores mecánicos que se seleccionaron entre 300 y que ya están prototipados para producirlos. Eso queda.
Creatividad; como el coro de la UC de Temuco, tele-unidos en La Traviata; o como las “Historias de cuarentena” de Mega.
Cada cual podrá seguir escribiendo sus descubrimientos, la mayoría, del alma. Enfrentamos la adversidad, desarrollamos pensamientos y un lenguaje para ello, habilidades nuevas.
Capaz que cambiemos.