El miércoles, un estadounidense, Ali Silatifard, advirtió en Science: “… espero que los legisladores reconozcan cuánto depende nuestra sociedad de la ciencia metódica, concienzuda, mecanicista y de los medicamentos que ella ha proporcionado para enfermedades infecciosas”.
Él dirige el Centro de epigenética de la U. de Northwestern, en EE.UU.
Agrega que quienes, urgidos, investigan tratamientos contra el covid-19 descansan en un conocimiento ya adquirido: la estructura de la principal enzima responsable de la multiplicación viral del RNA del virus.
El jueves, la misma Science informó de un avance fantástico contra el virus SARS-CoV-2. El viernes, salió en la revista impresa.
Lo explico.
Como el virus se incrusta en una célula y, una vez adentro, se multiplica y sale a contagiar otras células, Wenhao Dai y su equipo, apuntaron a la enzima clave para este proceso: la proteasa del SARS-CoV-2.
Una enzima es un compuesto que ayuda a que se produzca algún proceso celular. (Podría comparar lo que hace una enzima con lo que consigue el aceite cuando fríe un huevo: la clara se va poniendo blanca, recubre un poco la yema y al final queda el resultado, que no habría sido posible sin el aceite intermediario).
El virus no se desarrolla si le inhiben su proteasa, enzima fundamental.
A ratones y a perros Beagle, los investigadores les inyectaron el compuesto que ataca la proteasa del SARS-CoV-2.
¡Paralizaron el desarrollo del virus!
Ahora, a probar en humanos. ¿Habrá voluntarias? ¿Habrá moribundos a los cuales no importa ya qué les hagamos? ¿Habrá que pedirles su consentimiento? (Estamos tan urgidos).
Se necesitan respuestas.
Tal problema discutieron especialistas en bioética de la investigación. Estaba la chilena Dra. Sofía Salas, profesora en el tema en la U. del Desarrollo. Y la Dra. Carla Sáenz, argentina, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), más la abogada Ana Palmera, del Ministerio de Salud argentino. Coordinó el Dr. Juan P. Beca.
¿Podremos inyectarles a humanos el compuesto inhibidor?
“El deber moral es investigar sin perder el rigor”, dijo la Dra. Sofía Salas. La pandemia obliga a investigar, coordinando investigación y terapia, involucrando a distintos actores para promover la confianza del público.
“Se debe tener muy buenas razones para no participar en la investigación; necesitamos prepararnos para la próxima pandemia”, dijo la Dra. Salas. Pero, agregó, “con altos estándares éticos para investigar en la medicina, las ciencias sociales, la epidemiología… incluyendo ensayos clínicos”.
Las decisiones no son fáciles ni simples. Hay comités de ética que ayudan, normas y protocolos que respetar.
La Dra. Sáenz contó que la OPS, en 2018, advertía que nos preparáramos para la ética de emergencia.
El Dr. Juan P. Beca llamó, en el apuro, a simplificar, así el investigador no verá al comité de ética como un obstáculo, sino como un apoyo.
Si las decisiones fueran fáciles, no necesitaríamos esos comités de ética. Ni aún en tiempos normales. Ahora más, en urgencia.