Imagínese un harnero que separa arena y basura. Los espacios entre los alambres dejan pasar solo la arena. Mis nietos gozan acumulando arena limpia.
Aislados los granos, los nietos podrían recurrir a un segundo harnero, con menores espacios entre los alambres, para amontonar los granos más finos.
Así trabaja la inteligencia artificial (IA): un computador puede, como el harnero ante los millones de granos de arena, seleccionar rápidamente entre millones de datos, aquellos que coincidan con un criterio de búsqueda; por ejemplo, los hombres con coronavirus, para compararlos con las mujeres contagiadas.
Puedo complicar más ese criterio de búsqueda; por ejemplo, seleccionar los contagiados de menos de 10 años. Y más, los menores de 10 años que resisten y viven. Y cuántos mueren.
Y podemos seguir con harneros más finos y buscar las razas de los hombres que mueren, o su nacionalidad, o su situación económica.
Si más niñas que niños menores de 10 años sobreviven, si los que más mueren viven en un continente, si son de una raza, si son urbanos, aparecerá un objetivo para el plan de salud. Y recomendaciones para diagnosticar.
La IA realiza en segundos todos estos análisis, si es que están los datos. Y puede proyectar el desarrollo y el fin de la pandemia.
La IA también ayuda a la creación de vacunas y drogas.
Si cierta vacuna cuya estructura conocemos acoraza con éxito a una persona contra un virus maléfico, ¿será posible alterar un pelito la estructura de la vacuna para transformarla en una similar, pero contra el coronavirus? La IA, conocido el genoma del coronavirus, podrá —como nosotros cuando probamos encajar una pieza en un rompecabezas de mil recortes—, probar millones de diferentes moléculas con distintos encajes, buscando la más adecuada para atontar el coronavirus. (http://bit.ly/2VsEzMg).
La IA también puede usarse para mal.
Si una inmoral empresa de seguros de vida se apodera de los datos de los enfermos, podrá también, con IA, listarlos para negarles el seguro de vida, si lo piden: tienen más probabilidades de una muerte cercana.
Hackers y algunos gobiernos, empresas y fabricantes de armas están haciendo uso pérfido de la IA. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comunidad Europea, presentó el 19 de febrero las esperanzas y reservas europeas sobre el tema (http://bit.ly/32uemOY y también http://bit.ly/2vmHNXd).
La fundación PEW publicó en inglés, la semana pasada, un soberbio informe sobre las amenazas digitales a la democracia, incluyendo la IA (https://pewrsr.ch/2VotUCp).
Y en Chile, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación realizará seminarios sobre IA en todas las regiones desde este mes hasta junio. Alimentará así el documento base que una comisión de expertos (http://bit.ly/2ThpWcf) elaborará durante 2020.
Uno puede participar, incluso, enviar reflexiones por e-mail (http://www.minciencia.gob.cl/politicaIA). Se acordará una política de IA para Chile.
Será como ayudar a separar la arena limpia de la basura.