En la columna anterior describía cómo afecta a los niños pequeños la muerte de un ser querido. En los niños en edad escolar es diferente.
De los seis a los ocho años, los niños reactivan los temores a perder personas queridas, especialmente aquellas de quienes dependen, y pueden experimentar miedo a que les suceda a ellos mismos.
La angustia puede volverlos muy demandantes y requerir de mucha atención y compañía. La elaboración del duelo, que en los adultos suele durar al menos dos años, puede ser más larga en los niños.
Cuando la pérdida es muy significativa, como la de los padres, se produce una reestructuración familiar. Hay que cuidar que los niños no se pongan en una posición parental con la madre o padre que queda, o bien con los hermanos pequeños. Hay que darles seguridad de que siempre habrá un adulto a cargo y que ellos tienen derecho a seguir siendo niños.
Es fundamental darles la posibilidad de expresar sus sentimientos con alguien cercano para que puedan descomprimirse, en lo posible en una relación de uno a uno. Los hermanos mayores pueden sentirse obligados a reprimir su pena para no afectar a los más pequeños. Se pueden tornar muy lábiles y no es raro que alternen ataques de llanto con pataletas, e incluso con ataques de risa.
Cuando se pierde una figura paterna, es indispensable la presencia de adultos cercanos que actúen como tutores de resiliencia; también mantener los vínculos con los más cercanos y dejarlos participar en ritos familiares.
De los 9 a 12 años aumenta la capacidad de toma de perspectiva. Los niños tienen clara conciencia de la irreversibilidad de la pérdida y su narrativa acerca de la muerte es más clara.
Algunos se culpan pensando que es un castigo por algo que no estuvo bien; otros tienen rabia y lo viven como algo muy injusto, en tanto que algunos se van “hacia adentro”. Hay que respetar su forma de vivir su duelo y estar disponible para ellos.
Es importante conversar con los hijos de estos temas, para que cuando deban enfrentarlos estén sensibilizados y puedan sobreponerse de la mejor forma posible.