Comienzan los días en que muchos descansamos. Los carabineros no debieran, pues, en estos pocos días que quedan para marzo, están políticamente obligados a aprender a restablecer el orden público, con pleno respeto a los derechos humanos.
Carabineros tiene por misión dar imperio al derecho. Sin imperio, el derecho es poesía. Sin derecho no hay Estado. Si no rigen las reglas acordadas por los órganos elegidos por el pueblo, tampoco hay democracia. Sin Estado ni república democrática no hay convivencia civilizada, pues rige la ley del más fuerte. Los más fuertes en los estados en los que no impera el derecho son los capos de las bandas narcotraficantes, como ocurre en algunos estados de México y en algunas poblaciones de Chile, en las que el Estado ya no puede o no quiere intervenir y en las que rige ya la narcocultura. Cuando los países son manejados por los narcos, los que no mandan tienen dos opciones: Someterse humillados a un régimen corrupto o resistirse y ser asesinados.
Así de importante es el imperio del derecho. Así de importante es Carabineros que, junto con Investigaciones, tiene a su cargo dar imperio al derecho. Esta importancia de Carabineros en Chile es lo que no entendieron algunos oficiales que se robaron sus recursos ni los de la operación Huracán, urdida para esconder su propia incapacidad de controlar la violencia en La Araucanía.
El orden público es parte central del imperio del derecho. Sin orden público, los problemas comunes se resuelven por la violencia y por la amenaza de la violencia, cuya expresión de moda es la funa.
En marzo habrá protestas. Algunas, probablemente la del 8 de marzo, serán masivas y pacíficas, aunque las seguirán episodios de violencia, de quienes se infiltrarán en ellas, para, al final, destruir bienes públicos, apedrear a carabineros o derechamente intentar quemarlos con bombas molotov. Otras no serán marchas, sino pura violencia. En ellas se manifestará el odio. La consigna será “mata un paco”, como ya lo exhiben los muros de Santiago, donde en octubre estuvo escrita la palabra dignidad.
Carabineros deberá vérselas tanto con esas legítimas expresiones políticas y con esas delictuales salidas de madre. Deberá aprender, en muy corto tiempo, apenas en lo que resta el mes de febrero, a proteger a quienes ejercen su derecho a protestar, sin permiso previo, sin armas y pacíficamente. Así reconoce y regula ese derecho fundamental la Constitución que aún nos rige y los tratados internacionales que Chile debe respetar. Marchar con violencia o con armas es, en cambio, un delito. Quienes cometen ese delito, aunque sea bajo las banderas de una consigna política, deben ser puestos a disposición de los tribunales, juzgados y condenados. Ahí donde no impera el derecho —ya sea porque las autoridades políticas tienen miedo a la funa, a la impopularidad o a las acusaciones constitucionales— los delitos que cometen los violentos en las plazas y calles que han decidido tomarse quedan impunes. También quedan impunes los violentos cuando Carabineros no sabe o no se anima a restablecer el orden público, ya sea porque sus superiores no saben qué órdenes dar o porque temen terminar en la cárcel, acusados de violar los derechos humanos.
Carabineros no podrá restablecer el orden público si no puede hacerlo con pleno respeto a los derechos humanos. Toda persona es titular de derechos humanos. Son personas las que marchan pacíficamente ejerciendo un derecho humano fundamental y también son personas las que ejercen la violencia. A ambos tipos de personas debe respeto Carabineros. A los que marchan pacíficamente, los carabineros deben resguardarlos y acompañarlos, para que nadie perturbe su derecho a protestar pacíficamente. A los que ejercen la violencia, los carabineros deben detenerlos y ponerlos a disposición de la justicia, para que las y los jueces los juzguen y condenen como autores de delitos. Al detenerlos o incluso antes, los carabineros deben grabar a los autores del delito de violencia, para que así la justicia los juzgue y los condene. Condenar actos delictuales, sin emitir prejuicios ni ideas políticas, es un deber de los jueces.
Carabineros tiene solo el mes de febrero para aprender a restablecer el orden público con pleno respeto a los derechos humanos. Si al intentar restablecer el orden público vuelve a violar los derechos humanos, los que protestan tendrán más rabia y estarán más proclives, como ya ocurrió cuando un carabinero disparó perdigones a los ojos de Gustavo Gatica.
Por eso, los carabineros no debieran descansar este febrero. Ya habrá tiempo para eso, si es que ahora aprenden a restablecer el orden público sin violar los derechos humanos. Las autoridades del Ministerio del Interior tampoco debieran descansar, pues deberán explicarles a los generales de zona la fórmula para mantener el orden público con pleno respeto a los derechos humanos.