Imaginé que los cajeros automáticos podrían servir de urnas de votación para ciertas consultas; apoyé el voto electrónico.
Ahora ando con pies de plomo. Me blindo contra Twitter, sé que no es representativo; Facebook tampoco. Además, incluso académicos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile cuestionan el voto electrónico (otros, lo propician).
Convocó la U. Adolfo Ibáñez (UAI) al seminario: “Sistematizando la participación ciudadana”. ¿Cómo incorporar la inteligencia colectiva para mejorar las políticas públicas?
Los expertos y expertas provenían de las universidades de Chile, del Desarrollo y de la UAI. Mucho público; los municipios de Providencia, Peñalolén, Calle Larga, enviaron funcionarios. Mucho joven.
Felipe Bravo, del Instituto Milenio Fundamentos de los Datos, U. de Chile, confirmó que el márketing y la política se benefician del conocer los sentimientos de las personas; cuesta. Primero, necesita una inmensidad de datos, por ejemplo, los millones de correos intercambiados durante octubre de 2019.
Luego clasifica los miles de millones de palabras de esos correos según su vecindario. Al final, computadores crean el mapa de emociones y conceptos prevalentes. Pero Bravo recomendó no agregar en forma trivial los análisis de los sentimientos que aparecen en las redes sociales para descubrir la opinión pública. Y dijo: “Es muy complejo determinar si el estallido social causa sentimientos positivos o negativos”.
Constanza Ihnen, lingüista de Derecho de la U. de Chile, analiza los resultados de cabildos y su claridad conceptual. Por ejemplo, si se apoya la “educación pública y gratuita”, ¿se aplica a todo el sistema educativo, a la mayoría del sistema, a parte del sistema? ¿Cómo se redacta de ahí una norma jurídica? La lingüística aporta.
Mayra Feddersen, abogada de la UAI, analizó 16 años de operación del www.senadorvirtual.cl: recibe opiniones sobre proyectos de ley en discusión. Hasta julio 2019, participaron 136.229 personas, y votaron por 369.172 proyectos. Cada semana, los senadores reciben un resumen cuantitativo, sin los comentarios de los votantes. En 2020 recibirán un análisis, más allá de los números, con opiniones de la participación ciudadana.
Jorge Pérez, de computación, jefe de Felipe Bravo, analizó los cabildos constitucionales de 2016, durante el gobierno anterior. Quisiera ser fiel a los informes de los debates, pero provenían de un acta redactada por un secretario. ¿Cómo acceder a las opiniones de las personas mismas?
Consciente de que son las personas quienes deben tomar las decisiones, no las máquinas, advirtió contra la idea de que estas opten. La decisión es política, dijo. La aplicación de la computación a la política ojalá no arrojara más de un 1% de error; así, la gente confiaría y no tendría miedo de votar, dijo.
Salí convencido de que el sistema político evolucionará con las nuevas herramientas; por suerte tenemos expertos y expertas que buscarán ser fieles a la ciudadanía.