La lectura de estas conversaciones con catorce poetas chilenos que publicaron libros en el periodo que media entre 1973 y 1989 provoca reflexiones y emociones que corren por líneas que confluyen y divergen hacia distintas zonas y en distintos niveles.
La viga maestra posee, en consecuencia, una densidad, un espesor, una complejidad no menor en la trama de los hilos que van y vienen, en los pensamientos que entran en juego y en los juicios que se emiten y sugieren.
La idea de los autores, los periodistas y escritores José Tomás Labarthe y Cristián Rau, de examinar con los poetas mismos la manera, medida y las vías en que la historicidad se traslada a la poesía que se fermenta en esos años resulta un acierto, desafío y una confirmación inesperada de ese carácter de “viga maestra” que la poesía tendría en el acaecer individual y colectivo.
Los catorce poetas convocados a este ejercicio —Diego Maquieira, Cecilia Vicuña, Raúl Zurita, Bruno Vidal, Carmen Berenguer, Claudio Bertoni, Carlos Cociña, Elvira Hernández, Mauricio Redolés, Soledad Fariña, Thomas Harris, José Ángel Cuevas, Rosabetty Muñoz y Gonzalo Muñoz— concurren desde sus circunstancias biográficas, sus convicciones políticas, sociales y estéticas, y desde sus proyectos poéticos irreductibles, todos necesariamente disímiles, a configurar un fresco que en muchos aspectos semeja a aquel cuadro ficticio —“La explosión de una catedral”— que Alejo Carpentier incluye en
El Siglo de las Luces: la representación de un objeto irrepresentable: el momento, que irradia hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, en el que la sociedad, orgánicamente considerada, se despedaza y, de algún modo, a partir de sus escombros, es recogida y sostenida en el decir poético, para poder dar tránsito a otra cosa que, a la vez, mantenga una continuidad con la anterior que se desvanece trágicamente.
Labarthe y Rau no imponen a los poetas un marco teórico, al menos visible, que rigidice la conversación y, no obstante, mediante una aproximación informada y sutil a la obra y la biografía de cada cual, fluye un relato que va configurando, en la totalidad del libro, esa visión unitaria, consistente en la diversidad y, sobre todo, singularmente viva, porque en ningún momento se borra ni disuelve la impronta poderosa de la voz y personalidad de los poetas, sus tensiones y temblores.
La lectura de estas 14 entrevistas deja muy bien parados a nuestros poetas. Cada uno a su manera, en medio de la tempestad, supieron estar ahí, en el acaecer mismo y simultáneamente mantenerse como vigías, puntos de observación y registro, una situación no poco dolorosa puesto que combina compromiso y distancia, añade lucidez al sufrimiento, un cierto exilio interior, un desajuste agregado a lo ominoso de los hechos. En escasas ocasiones el lector podrá acercarse a los poetas chilenos de la época y escucharlos con el grado de sinceridad, franqueza y conciencia de su diferencia como en estas páginas. El o la poeta concurren a estos diálogos con una áspera mezcla de afirmación de sí mismos y de su pertenencia a sujeto colectivo que los supera, que los estremece y reúne; una suerte de voz común que los traba sin anular, sino que, al contrario, potenciando su voz propia.
La viga maestra está repleta de afirmaciones notables, acuñadas con vigor, originalidad y agudeza. Los poetas aparecen aquí desnudos en su capacidad de errar —como cualquier ser humano—, pero a la vez dotados de una inusual habilidad para ver y atinar con la palabra en los nervios de nuestro ser histórico. Sus reflexiones, acicateadas permanentemente por los entrevistadores, no solo iluminan su obra y enriquecen la indagación de los nexos siempre misteriosos entre ella y su vida, sino que, además, resultan de una vigencia y profundidad que dejan perplejo al oyente, se plantean como un espejo privilegiado en el cual podemos escudriñar ese periodo decisivo de nuestra historia reciente y, por qué no decirlo, echan luz también sobre el instante presente. El lenguaje trabajado con este oficio y asumido con nivel de responsabilidad adquiere una potencia reveladora de lo que somos como pueblo y del papel que la poesía juega en nuestra escurridiza identidad.
Esta constelación de textos da lugar a una lectura amena —en la cual no faltan abundantes disparos y referencias cruzadas deliciosas—, pero, en modo alguno, fácil y ligera. Los poetas y las poetas —cuya selección es otro acierto— saben muy bien de lo que hablan, son sólidos, claros y precisos, no se pierden en vaguedades, tienen plena conciencia de sus influencias y posturas, no escurren el bulto, transparentan una cultura literaria y no literaria abundante, sabrosa y bien asimilada, obligan a detenerse, incitan a buscar y releer sus propias obras.
No cabe duda, pues, de que este libro implica un aporte indispensable para un abanico de lectores que van desde el lector de poesía al académico.
LA VIGA MAESTRA
José Tomás Labarthe y Cristián Rau
Ediciones UDP, Santiago, 2019, 228 páginas. $17.000
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