En días en que se lamenta el cierre de varios restaurantes, abre sus puertas un nuevo vegetariano: Violeta. Y a pesar de ser días difíciles, lo hacen con gracia y profesionalismo, convirtiéndose además en una de las propuestas más armadas del barrio Italia. Es un espacio amplio, vidriado, con buena cantidad de mesas en su interior y otras tantas en una terraza. Luminoso y con servilletas de papel, cuenta con una carta justa donde abunda lo vegetal, con algunos platos bajo la norma vegana también.
En dos visitas, se probó: una tabla Añañuca ($8.000) con ajíes blanqueados —o sea, picantitos en grado humano—, con una pasta de queso azul y pera, junto con unos champiñones rellenos de verdura y nueces, y algunas cebollas asadas de adorno/comparsa. Todo sabroso, pero en la segunda visita, en la que los tiempos no estuvieron muy lucidos, y se fue directo a los fondos, trajeron para esperar unos bastoncitos de zanahoria y betarraga que cupieron en una muela. Sigan el ejemplo del decano, El huerto: unos pancitos, por piedad.
En la primera visita llegaron prestos unos canelones hechos de zapallito italiano relleno de ricota con espinaca y nueces ($7.500), con harta hojita y, decía en la carta, algo de curry que no se notó mucho. Igual, muy lucido y sanito. Por su parte, unos ñoquis maravillosos ($7.200), con salsa de betarraga (aquí le aman, se nota) y un generoso chorrito de “aceite verde”, que sabía como una suerte de pesto. Un plato como para repetirse (y eso ocurrió, aunque en la segunda visita se echó de menos el aceite verde). Para completar la ronda, dos hamburguesas: una de quínoa con cebolla, tomate y champiñones ($6.500), magistral, y otra, algo fome de sabor, de berenjena con queso, salsa de champiñones y berros ($6.500). A la hamburguesa le faltó maldad, pero los acompañamientos estaban más que bien.
Para concluir, cuatro postres (qué cara es la prole): una copa de helados ($3.000), con uno de zanahoria/jengibre y una rareza que después de la segunda cucharada deja de golpear tanto por su aroma a violetas, con higos. Un helado retro, la verdad. A la par unos waffles belgas con crema pastelera, frutas y miel (vegetariano no significa necesariamente diet, $3.000). Y, tal vez, la razón de una demora de veinte minutos con los postres: se pidió un brownie de chocolate con helado ($3.800), pero lo que llegó era más bien un volcán de chocolate, el que, se sabe (y siempre debe advertirse), toma su tiempo. En fin, todo es corregible, pelos de la cola (vegetariana). Porque para llevar apenas unos meses abierto, el Violeta se muestra, desde ya, como uno de los restaurantes hechos y derechos del barrio Italia.
Avenida Italia 1468, 229298084.