Se ve pequeño por fuera, pero este local de Príncipe de Gales es —al igual que su carta— la sencilla sinopsis de una gran película. Primero, apenas cuentan con estacionamiento en su frontis, por lo que hay que estregarse al valet parking no más. Luego, hay algunas mesas al comienzo, más hacia adentro, luego la cocina, más mesas y finalmente una larga y extensa terraza (que en anteriores restaurantes que usaron este lugar fue un mero patio. Hasta desastroso y cochinón hace muchos años atrás).
La comida, en general, fue sorpresivamente maravillosa, aunque la atención fue declinando a las finales. Mientras los bebestibles llegaron en menos de diez minutos y los platos principales en unos maravillosos veinte más, los postres sufrieron con la llegada de más comensales al local y la lentitud anexa a esta alza demográfica (era sábado, pasada la una de la tarde), pero en fin. Si no tiene paciencia, hágale el quite al almuerzo de fin de semana. O llegue más temprano aún. O tómese un Armonyl, pero no diga que no fue advertido.
De los fondos, que hay algunos en formato media porción o completa, como unos Bianchi (GRAN porción, $11.990), unos maravillosos ravioles de alcachofa (se sentía, y mucho, buenísimos) con tomate cherry, albahaca y crema. También una pizza con alcachofa y aceituna morada que se pidió sin salame —como era la mezcla original— y así fue: muy buena masa, con su cantidad pertinente de queso. Se pidió una media porción de spaghetti con albóndigas ($9.990), con una salsa bolognesa bien aliñada y sabrosa, y con las bolitas de carne blanda, como de casa. La media lasaña bolognesa ($7.990) no fue muy aplaudida, pero no por algún error, sino por la mala costumbre de comer esas versiones llenas de salsa blanca. Y esta era lejos más delicada, lo mismo que un risotto frutti di mare ($14.900) bien atomatado, aparte de su sabor marino, con dos tremendas gambas encima, con su generosa ración de conchas y el arroz correcto y al dente.
Si esta experiencia se hubiera quedado aquí, habría estado perfecta al 100%. Pero primero la demora y luego que la panacota ($3.990) viniera con una capa separada con más crema y otra más cargada a la gelatina y que el cannolli ($2.690), ese canuto de masa que hicieron célebres Los Soprano, no estuviera muy recién hecho (y no contaban con el clásico relleno de ricota, aunque la crema pastelera tampoco estuvo tan al debe), ayudaron a reducir el entusiasmo post platos principales. Porque tienen muy buena mano en la cucina de esta trattoria, la verdad.
Príncipe de Gales 6560, 228933631.