Clint Eastwood, desde la altura de su talento y años, puede filmar “La mula” (2018), según los derroteros de un cine personal y reflexivo que trepa por “Los imperdonables” (1992), “Million dollar baby” (2004) y “Gran Torino” (2008), para un personaje viejo para el cual la duda, la fe y la sabiduría son complementarias.
En paralelo realiza un cine basado en hechos reales, donde claramente es otra la medida: “Francotirador” (2014), “Sully: hazaña en el Hudson” (2016), “15:17 Tren a París” (2018) y “El caso de Richard Jewell”, acaso la mejor de esta categoría, porque cuenta con el más improbable de los héroes, Richard Jewell (Paul Walter Hauser), un treintón gordo y soltero que admira la ley, las armas y el orden.
Lo de Paul Walter Hauser es una actuación notable, que llena al personaje de matices y limitaciones divertidas e irritantes, porque es infantil, habla más de la cuenta y resopla por obeso y cansado. Es un ciudadano inocente, efectivamente, que en el trance adecuado se convierte en el héroe oportuno que descubre una mochila bajo un escaño del Parque Centenario, en la ciudad de Atlanta, durante los Juegos Olímpicos de 1996.
Jewel, guardia de seguridad y el último eslabón de la cadena, como sospecha de todo y su obsesión es vigilar, avisa a los policías, convence a las autoridades y cuando estaban retirando a la gente, la bomba explota.
Es un hombre corriente, pero no común, que pertenece a la clase trabajadora blanca y se mueve con dificultad en la vida en sociedad, en lo laboral, desde luego, y lo sentimental no existe. En realidad lo único que existe es su madre Bobi, interpretada por una gran Kathy Bates.
Es también un bocado de cardenal para esos personajes que son lo opuesto a su figura y carácter. Cortesanos del poder que navegan sobre la superficie, pero ven bajo el agua: Tom Shaw (Jon Hamm), agente del FBI, y Kathy Scruggs (Olivia Wilde), periodista del Atlanta Journal-Constitution.
Shaw y Scruggs detectan su desinstalación y olfatean el prejuicio y la desconfianza frente a un gordo soltero que vive con la mamá. En manos apropiadas y expertas, se transforma en lo contrario: en culpable de cualquier cosa.
Clint Eastwood, a estas alturas, no engaña a nadie y si hay que cargar la tinta, no hay problema y lo hace. A la prensa y sin excepciones. Con el policía del FBI que no guarda secretos no es tan duro, porque la carne es débil, pero es implacable y vengativo con la periodista y los medios que deforman la realidad.
Jewell, para salvar pellejo y honra, cuenta con el abogado Watson Bryant (Sam Rockwell) y con su madre Bobi, pero sobre todo con la pericia narrativa del viejo Clint Eastwood, que si lo hacen elegir entre la gente de Los Angeles o Nueva York, de seguro prefiere al Estados Unidos gigantesco que está al medio, porque en esas planicies vive gente a la que no abandona, gente anónima como Richard Jewell.
“Richard Jewell”. EE.UU., 2019. Director: Clint Eastwood. Con: Paul Walter Hauser, Sam Rockwell, Kathy Bates. 131 minutos. En cines.