El relato es fascinante, y la animación de una belleza irrefutable. Una mano amputada se escapa de un hospital y se adentra en la ciudad en busca de su cuerpo, mientras en paralelo conocemos la historia de Naoufel, el introvertido joven dueño de la mano en fuga. Con saltos temporales y un entramado de episodios que de a poco va armando el rompecabezas, la película cuenta una historia simple y con muy poco diálogo, con una narración estrictamente visual que elimina cualquier impureza, involucrando al espectador en un enigma seductor y gratificante, en una fantasía romántica sin más ambición que la de explorar atmósferas y estados de ánimo, con personajes pequeños en un universo enorme, en busca de un destino que parece esquivo, tan perdidos e invisibles como una mano amputada avanzando a tropezones. Un postre para el ojo y para el espíritu, que ojalá no se pierda en el abrumador catálogo de Netflix.
“J'ai perdu mon corps”. Francia, 2019. 81 min. En Netflix.