Una pregunta que ha estado presente transversalmente en las conversaciones de los últimos días es cuál es el Chile que queremos. Incluso en algunos colegios los estudiantes han realizado trabajos en grupo, elaborando propuestas para lograr un país mejor. Esta es una excelente herramienta para fomentar en los niños y niñas la capacidad reflexiva y ayudarlos a desarrollar una actitud frente al bien común.
Escuchando en un foro a Vittorio di Girolamo, me emocionó el recuerdo que hizo de su padre. En Italia, durante la guerra y para su cumpleaños número 12, como por razones obvias no tenía nada que regalarle, le obsequió un deseo cuyo mensaje era: “Te deseo que cuando te vayas de este mundo, lo dejes mejor de lo que lo encontraste”. Si bien han sido días de mucha convulsión y violencia, han sido también días de mucha reflexión. No solo de pensar qué podrían hacer los otros, el Gobierno y los empresarios, sino qué puede aportar cada uno para que de esta crisis salgamos convertidos en un país mejor. Porque una crisis es también una oportunidad de cambiar para mejor, de escuchar y de conectarse con lo que pasa.
Confieso que he tenido miedo y que soy pacifista. La violencia en cualquiera de sus formas me produce rechazo y, por lo mismo, agradezco a quienes en las conversaciones nos han entregado una perspectiva más amplia de la situación, a quienes buscan soluciones generosas para disminuir las brechas, a quienes tratan de construir puentes y a quienes son capaces de escucharse con respeto a pesar de tener ideas diferentes y con ello siembran esperanzas.
Queremos poder conversar. No solo ser tolerantes con las ideas de los otros, sino estar abiertos a que la diversidad de opiniones enriquezca nuestra manera de ver los problemas. Solo si nos sentimos escuchados disminuirá la violencia. Todos cuando sentimos que los demás hacen oídos sordos a nuestras peticiones sentimos legítimamente rabia. La paz se construye desde la justicia y el respeto.
No vamos a llegar a una visión única de los problemas, pero sí podemos lograr soluciones que aporten a un acercamiento y que nos permitan ver a quien piensa distinto no como un enemigo, sino como alguien que puede enriquecer la mirada de la situación. Y debemos transmitirlo a los niños, para que nuestro país no se divida en bandos irreconciliables.