"Hemos hablado con la FIA y ellos afortunadamente lo han entendido y nos han permitido cancelar la fecha del 2020”.
Antes de abortar la fecha del Mundial de Rally programada para abril, que ya no contaba con el aporte financiero del Core del Biobío, Felipe Horta, productor del evento, intentó conseguir los recursos en la empresa privada, lo que no logró. Tenía encima, además, la realización del plebiscito constitucional, y la ciudad de Concepción en ruinas. Pero lo intentó hasta el final porque, además de tener interés comercial, es un enamorado de los motores.
En los mismos días, el presidente de la ANFP, Sebastián Moreno, también intentaba convencer a algunos clubes renuentes para que aceptaran terminar el campeonato a falta de seis fechas para su término programado. No estaba solo en sus patéticos intentos: lo acompañaban una mayoría de clubes y el sindicato de futbolistas profesionales, presidido por Gamadiel García. Una alianza impensada tras un objetivo demencial: no jugar al fútbol, parar el campeonato.
Cuando Horta habló con la Federación Internacional de Automovilismo, ésta consideró los acontecimientos que ocurren en Chile, que son de conocimiento y alarma mundial, y entendió que no se podía verificar la fecha en abril próximo. Si Moreno hubiese hablado con la Conmebol, ésta habría tenido que entender, aunque sus dirigentes sean, a su vez, muy burros, que Chile no se podía comprometer a terminar a tiempo sus campeonatos.
¿Qué tendría que haber expuesto la federación chilena? Simple: que dadas las circunstancias que vive el país, debía suspender el desarrollo de sus campeonatos. ¿Hasta cuándo? Hasta que se pudiera reanudar. Suspender, no dar por terminado.
Habría, por cierto, problemas. Tal vez Chile no alcanzaría a presentar los nombres de sus clasificados a copas internacionales. ¿Y qué? Algo perderían algunos clubes y en ningún caso tanto como han perdido todos los chilenos en sus emprendimientos, en sus trabajos perdidos, en sus propiedades dañadas. Es una emergencia nacional y todos hemos perdido algo, aunque sea la calma, la tranquilidad o alguna hora médica y quién sabe cuántas cosas más entre tantos millones de ciudadanos.
La Conmebol habría entendido. Y si no lo hace ahora, tal vez podría entenderlo si al jugarse la Copa Libertadores los equipos visitantes de los chilenos se niegan a venir a nuestro país por “falta de garantías”. Y ahí no podría quejarse ni el Sifup.
La vergonzosa decisión del 30 de noviembre de 2019 quedará en la historia negra del fútbol chileno. Y será la peor página. Peor que la de Jadue, pues éste solo robó dinero, pero este grupo se ha robado la dignidad del fútbol chileno, que no tiene precio. Capítulo peor que el Condorazo, porque en el Maracaná fue uno solo el demente y acá fueron casi todos (salvo la UC, Wanderers, la Unión Española y Santiago Morning, que se abstuvo). No habrá ascensos ni descensos en sus dos principales divisiones y en la Primera se ha proclamado campeón a Universidad Católica, el mejor equipo del campeonato, pero con seis fechas por jugarse y, como se sabe, los partidos no se ganan antes de jugarlos.
Ayer, distintos personeros hacían gárgaras en la ANFP con “la justicia deportiva”, buscando ridículas formas de zafar del vergonzoso episodio que ellos mismos produjeron.
Sebastián Moreno, presidente de la ANFP, y Gamadiel García, presidente del Sifup, sindicato que en otra época encabezaron Hugo Lepe y Mario Moreno, tienen sus nombres impresos en este capítulo olvidable.