Navidad es tiempo de reflexión y de revalorización de los vínculos afectivos y familiares. También es tiempo de regalos, y qué mejor regalo que las expresiones de agradecimiento y de cariño hechas por escrito, que tienen una permanencia que resisten el paso del tiempo. Qué inmensa emoción se siente al revisar en el baúl de los recuerdos esos dibujos de hijos y nietos con mensajes infantiles llenos de sentimientos.
Escribir un mensaje a las personas que se quiere es una buena práctica para desarrollar y fortalecer los vínculos emocionales, pero también es una gran oportunidad de crecimiento emocional y espiritual para el niño que lo escribe. La Navidad es una excelente oportunidad para que los niños aprendan a regalar sus mejores sentimientos a quienes quieren, envueltos en una decoración navideña.
Saber escribir es más que tener buena caligrafía, es tener la capacidad de expresar contenidos cognitivos o emocionales en forma creativa. Supone un contacto con uno mismo que clarifica los sentimientos y ayuda a tomar la perspectiva del otro. Algunos escritores relatan que para escribir la primera versión de un poema, de un cuento o de una novela, requieren hacerlo con papel y lápiz, a la antigua usanza, ya que así despliegan con más fluidez sus procesos creativos.
No hay que subestimar el aporte que significa para el desarrollo emocional de los niños la comunicación de sus sentimientos en forma gráfica, por medio de la escritura o el dibujo. Es aconsejable escribir con un lápiz en la mano; teclear no activa las mismas zonas del cerebro que la escritura manual, especialmente la letra cursiva que favorece la coordinación entre los centros cognitivos, motores y emocionales, favoreciendo la integración a nivel cerebral.
No se trata de descalificar el enorme aporte, la eficacia y la mayor legibilidad que tiene usar un teclado, pero sí de rescatar lo que puede significar escribir a mano desde lo emocional, lo cognitivo y lo motor.
Para muchos educadores, que un niño escriba una carta a mano con su firma tiene un valor emocional y una profundidad mayor que realizarlo en un computador. Para qué decir de la emoción que siente el que recibe un mensaje amoroso a la antigua usanza de alguien muy querido, como puede ser un hijo o un nieto.