Son características de la adolescencia un aumento de la impulsividad, una insuficiente conciencia de los riesgos y querer correr aventuras. Esto se relaciona, como plantea el famoso neurocirujano Henry Marsh en su libro “Confesiones”, con que “los lóbulos frontales en un cerebro adolescente no están mielinizados del todo —la mielina es la substancia aislante que rodea las fibras nerviosas—. Se cree que por eso a los hombres jóvenes les gusta tanto el peligro; sus lóbulos frontales, donde se emplazan la conducta social humana y el cálculo de riesgos y beneficios futuros, no han madurado todavía”. Estas características hacen que las redes sociales sean un lugar que personas con graves patologías, como pedófilos, traficantes de drogas o simplemente personas inescrupulosas o perversas aprovechen para involucrar a los adolescentes con toda clase de artimañas.
A diario soy testigo del esfuerzo de los padres por limitar el uso del celular y la excesiva autoexposición de sus hijos en las redes. Es una tarea difícil, en que la rebeldía natural se ve exacerbada por el enorme atractivo que ejerce la tecnología sobre ellos. Los jóvenes creen que sus padres exageran y es frecuente que, como se sienten semiomnipotentes, incurran en actos impulsivos de autoexposición que los dejan en riesgo de ser acosados por personajes indeseables, así como dejar huellas que son imborrables y que provocan un daño en su imagen pública actual y futura.
Como los adolescentes escuchan poco a los adultos, una manera de conseguir que ellos aprendan es utilizar la red. Si los profesores organizan trabajos grupales que terminen con exposiciones hechas por los jóvenes sobre diferentes temas que tengan por norte la toma de conciencia de cómo navegar de manera segura, posiblemente tengan más éxito. Temas como los riesgos de la autoexposición en las redes sociales, la suplantación de identidad, el ciberacoso y la ciberadicción, parecen, en este momento, más urgentes de ser asimilados por los jóvenes que otros temas académicos. También puede ser efectivo ver algunos videos que muestren con claridad los riesgos en la red y promover discusiones grupales. No podemos cruzarnos de brazos ante los riesgos a los que están expuestos nuestros niños y jóvenes en la red. Esto es un tema de política pública que atañe a padres, educadores y a los medios.