Desde Curicó viene esta antigua marca de cecinas —nacida en 1942, según reza en su logo—, que primero abrió un local en Las Condes y, hace cerca de un año, otro en Providencia. Su vocación de fabricantes queda en evidencia en una carta donde, además de lo que se puede comer allí, se ofrecen productos para llevar (carnes y cecinas). Con dos pantallas de televisión encendidas, y un público mayoritariamente masculino (evidencia observada en un par de visitas), su fuerte es la sanguchería y el chancho. Porque su ensalada —con una mezcla de lechugas, algún tomate cherry por ahí, y queso rallado, con algo de jamón crudo en uno de sus casos ($6.200)—, no es como para emocionarse. Más bien, es como para enterarse y reencauzar el gusto hacia la carne.
En una primera visita, fue un lomo Soler ($7.500), con tomate, mayonesa (mucha), chucrut, americana (algo gélida) y palta. Un tremendo sándwich, realmente abundante, pero hay en la capital mejores lomitos, más húmedos y más blanditos.
En la segunda visita, se pidió una tabla curicana ($5.800), realmente generosa, pero: a los cortes de jamón crudo les faltó fineza y un cuchillo más afilado, los trozos de camembert estaban bien (aunque serían mejor más cremosos y elegantemente fuertones), las lonjas de bondiola ricas, pero los trozos gruesos de arrollado venían cargados a un porcentaje de grasa no muy acorde a los tiempos que corren. Además, más de algún trocito chicloso no pudo ser masticado y tragado. Una crujiente baguette tibia venía de comparsa.
Insistiendo con los sándwiches, se pidió uno de arrollado con palta y ají… y llegó un lomito. Se pidió cambio. Otro problema con los tiempos fue que los sándwiches y la ensalada llegaron cinco minutos después de la tabla. Un poquito de empatía y manejo de los tiempos habría venido bien, como para apreciar en su justeza un sencillo y maravilloso sándwich de pernil solito y sólido ($4.800).
Los postres venían en frascos, por lo que la créme brûlée ($3.100) apenas tenía su capa de caramelo, la que, además, no alcanzó a estar dura. Mejor fue un cheesecake de maracuyá ($3.100), acidito y con un fondo de galleta molida.
Abundante es un buen calificativo para este lugar, de eso no hay duda alguna.
Santa Magdalena 61, Providencia. 228459911.