Esta no es una “película independiente” ni para pasar el rato. Este es un epílogo para la ineludible serie “Breaking Bad”, y mientras más fresco tenga el final (emitido hace siete años), mejor. Partiendo instantes después de que Jesse Pinkman (Aaron Paul) escapara del cautiverio en que lo tenían “cocinando” metanfetamina, cuenta cómo el joven lidia con ser “el hombre más buscado de Albuquerque”. Escrita y dirigida por el creador de la serie Vince Gilligan, es el “broche de oro” que los fans no sabían que necesitaban, con múltiples y satisfactorias referencias a la serie, además de un relato fino y cuidadísimo, marca de fábrica de este riquísimo universo televisivo. La fotografía es un lujo, y la construcción del relato da clases sobre el uso de flashbacks, en lo que es una muy cariñosa despedida que debiera darle a sus creadores carta blanca para cualquier proyecto a futuro. Y aunque podría decirse que es una posdata innecesaria, hace justicia con un personaje que abandonamos en el peor momento, y que da gusto ver en una última aventura. Lo único malo es que recuerda el excelente nivel de un producto que se sostiene muy alto en la cultura popular, y que ahora sí parece haber dicho su última palabra. Pero bueno, siempre tendremos la última temporada de “Better Call Saul”.
En Netflix.