Decano en cocina nipona, el restaurante Japón ha envejecido con gran dignidad y con una pátina de antiguo que le da un encanto singular (algo sobre lo que teoriza Junichiro Tanizaki en su ensayo “El elogio de la sombra”). Instalado en calle Marcoleta (hoy Barón Pierre de Coubertin) es el más longevo en su categoría, por lo que la apertura de una filial puede sonar a riesgoso y/o innecesario. Pero no.
En Nueva Costanera, casi al frente del Casacostanera, se han instalado hace muy poco. Con un frontis pequeño y un par de estacionamientos, ahora su estética es más desprovista, aunque no falta un tremendo daruma —ese mono cabezón que atrae la buena fortuna— instalado en su barra. O sea, minimalistamente elegantoso, pero sin perder el toque hogareño. La música, como debe ser, japonesa.
La carta, como llevan realmente poco en operaciones, viene en una carpeta escolar. Y debajo del gohan, el arroz blanco (no el personaje de Dragonball, ojo), dice “no encontramos dónde clasificarlo”. Je. Detalles, los que apenas empañan una experiencia casi impecable. Por ejemplo, con un tempura bien hecho (no esas frituras de las susherías a granel. Y con la salsa correcta, no la dulcísima salsa unagui que nada que ver y que abunda), surtido entre camarones y vegetales (a $8.900). Y unas láminas de loco cocidas en sake, con unos toquecitos de jengibre, cebollín y wasabi (locos sakamushi, $9.100), sutil, frágil y para comer sin mucha hambre.
Luego, unas “albóndigas” de pescado que más bien recuerdan a las hogareñas croquetas de atún. Cocina de casa (satsuma age, $5.800), aunque con el único pero de esta experiencia: algo cargado a la sal. Al mismo tiempo, un mix titulado sashimi de luxe ($17.900), el que viene con cortes de pescado —en este caso atún y salmón—, unos bocados de roll de salmón y palta, su fina cuota de centolla y media docena de temari sushi. Esto último para no confundirse, no es que hayan jibarizado un nigiri en una forma de bolita. Es así, y es más propio de festividades, aparte de más comible de un solo bocado.
Para terminar, postres (porque quedaba hambre), con un helado en tempura ($4.500) y una creme danju ($4.500), una suerte de requesón montado sobre galleta de té verde molida. Elegante e impecable, ligeramente indefinible, como este nuevo/viejo restaurante Japón.
Nueva Costanera 3835, Vitacura. 229063887.