En 1982, Jim Henson (“Los Muppets”) estrenó una película que es, a todas luces, un milagro. Una épica fantástica llamada “The dark crystal”, una película de acción real donde no hay ningún personaje de carne y hueso, y todos son títeres,
animatronics y marionetas, todo en sets imposibles y un diseño de vestuario abrumador. Y aunque siempre se ha considerado una película de culto, nunca se había considerado una secuela… hasta ahora. En esta precuela (transcurre siglos antes de la película original) se exploran los orígenes de la rivalidad entre los “Gelfing” (héroes) y los “Skeksis” (villanos). Con una historia quizás demasiado enmarañada en su propia mitología, la verdadera estrella de estos diez episodios es la dirección de arte y la impresionante artesanía de la compañía de Jim Henson. Con un indudable amor por lo análogo, los títeres y criaturas que pueblan la pantalla se sienten como una bocanada de aire fresco en esta época del abuso digital. Quizás demasiado alambicada y terrorífica para los más pequeños, un placer para cualquier globo ocular que extrañe la fantasía creada a la antigua.
“The dark crystal: the age of resistance”. Reino Unido, EE.UU., 2019. En Netflix.