Muchas veces oímos a nuestros padres o a nuestros amigos mencionar que era el colmo dejar la comida cuando en África muchos niños pasaban hambre. Hoy, para vergüenza de la humanidad, esto sigue siendo una realidad: más de 800 millones de personas pasan hambre según estadísticas de FAO.
Si tiene la oportunidad de ver en Netflix “El niño que domó el viento”, una película de la BBC adaptada de la novela biográfica de William Kamkwamba y Bryan Mealer, quedará con la esperanza de que quizás esta generación sea capaz de terminar con inequidades de tal magnitud. Es una gran película para ver en familia o en colegios, con niños sobre los 11 años. Una clase sobre África inspirada en esta película puede transformarse para los niños en una lección inolvidable de humanidad.
A muchos niños de esta generación les cuesta seguir narrativas largas. Lamentablemente, sus cerebros deformados por los celulares solo son capaces de prestar atención por lapsos muy breves de tiempo y elaborar informaciones muy cortas y simples, y, por lo tanto, les cuesta leer novelas o ver películas largas.
Ver esta película puede ser una historia inspiradora de sentimientos prosociales y quizás les permita, como esperaban nuestros padres, revalorizar las mil oportunidades que tienen y que dan por obvias, como por ejemplo, recibir comida y educación.
También el filme tiene un profundo sentido ecológico, ya que la sequía se desencadena por la catástrofe que significó que, en Malaui, las tabacaleras arrasaran con el bosque nativo. Y da cuenta de la ineficiencia de gobiernos corruptos que son incapaces de satisfacer las necesidades básicas de las personas a las que gobiernan.
A pesar de lo descrito, la película es enormemente esperanzadora y puede generar entre los niños una reflexión y un diálogo que les van a abrir su mente a perspectivas y temas distintos de los que están acostumbrados, así como una apertura a diferentes culturas. El protagonista es un niño de 13 años, con el cual es fácil que los niños se identifiquen, sobre todo sabiendo que se trata de una historia real, como también lo muestra la película.
El cine es un arte que pone en juego las emociones y la reflexión, y da una oportunidad de conectarse consigo mismo y con los otros, pudiendo ser una poderosa herramienta psicoeducativa.