El viernes, en el Museo de Arte Contemporáneo, conmemoramos 20 años de una “nueva” organización para la ciencia en Chile.
Recordé 1998, cuando durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle vi abrirse esta fresca puerta, la Iniciativa Científica Milenio (www.iniciativamilenio.cl). El portero se llamaba Claudio Teitelboim, el físico de Princeton que después conoceríamos como Claudio Bunster.
Conozco el mérito científico que le asignan sus pares del mundo y también he admirado una poesía que le nace de sus vivencias con Pablo Neruda y que lo lleva, como a este, a izar su bandera donde habita.
Él logró instalar al presidente Frei en una visión de la investigación “a lo Princeton”: con excelencia, grandes preguntas, grandes investigadores mundiales, grupos encantados de averiguar y de contar. Y trabajando en una atmósfera de confianza.
Hubo otros actores, como Cecilia Hidalgo, Ligia Gargallo, Héctor Croxatto, Ricardo Baeza Rodríguez. Pero el líder fue Claudio Bunster.
Cuando regresa a Chile, instala en Santiago un centro de alto nivel, Centro de Estudios Científicos (CECs). Allí estaba el biólogo Ramón Latorre, que luego sería premio nacional, y en los muros, retratos en blanco y negro de grandes científicos, también chilenos, con impacto mundial.
En gesto crucial, se mudó a una región, a Valdivia. Allí, el CECs ocupa hoy una sede patrimonial, con uno de los dos péndulos de Foucault que oscilan en Chile. Trabajan cosmología, biología, glaciología y más.
Esos trayectos de Claudio Bunster impactaron en el presidente Frei y los gobiernos que siguieron.
Los investigadores deberían investigar. Más que administrar. Los tiempos rápidos necesitan agilidad.
Más confianza que control. Diversas miradas. Relación con la ciudadanía. Excelencia garantizada por jueces internacionales.
Científicos clave viajarían a Chile a adjudicar los fondos, asegurando así la calidad. Aún lo hacen.
Hoy da gusto ver investigadores tan creativos ante grandes y complejas preguntas. Milenio no selecciona por objetivos, como dijo el viernes Nicole Ehrenfeld, directora ejecutiva; simplemente apoya a quienes van más allá de lo conocido.
En estos 20 años han ido instalándose más controles. Mañana martes, aparecerá el decreto que consolida las nuevas estructuras para la ciencia, la tecnología, el conocimiento, las humanidades, la innovación.
Veremos, sospecho, intentos de canalizar, de regular.
Sobre todo después de tantos escándalos en el país, nos hemos vuelto escépticos, contadores auditores, perdiendo una cierta valiosa ingenuidad.
Por eso, recuerdo el espíritu original: inquieto, ágil, permisivo, un campo fértil para idear, sin alergias al fracaso, como dijo el viernes el ministro Andrés Couve.
Por supuesto, hubo fracasos; seguramente, fondos mal gastados. Pero el balance de estas dos décadas presentado el viernes no se hubiese producido como una celebración festiva si no fuera la Iniciativa Científica Milenio una atmósfera fértil que se debe a la libertad.
Una libertad que cuidar.