Introducir a los niños y jóvenes en el mundo de las novelas ofrece la posibilidad de entrar en mundos diferentes, que dan cuenta de la complejidad y diversidad de los espacios en que las personas habitan y desarrollan su existencia.
Mientras leemos, nuestro limitado mundo queda entre paréntesis al sumergirnos en la vida de los otros. Es una poderosa forma de acceder al conocimiento humano, a sus narrativas y al mundo interior de los personajes. Cuando era estudiante de Psicología, el director de la Escuela de la época, un sacerdote jesuita de vastísima cultura, planteaba la premisa de que no debería ser psicólogo quien no hubiera leído al gran novelista ruso Fedor Dostoievski. Su literatura se adentra en la psicología de las personas en el contexto social, cultural y espiritual de la Rusia zarista, y ciertamente este escritor abre una ventana al conocimiento y comprensión de las personas y de la humanidad, porque mucho de lo escrito tiene un valor universal.
Leonardo Padura, el premiado escritor cubano, en su libro Agua por todas partes, en un capítulo titulado “Para qué se escribe una novela”, reflexiona y hace una recopilación de lo que es una novela y para qué se escribe, más que por qué se escribe. Sostiene que entre lo imaginado y lo factual los novelistas pretenden llegar al alma de las cosas. Textualmente, dice: “Una definición más compleja y menos cuantitativa sería la de aceptar como novela todo relato extenso que, narrando hechos ficticios o inspirados, incluso tomados de la realidad, sea capaz de crear un mundo o la ilusión de un mundo, y a través de él y valiéndose de los seres que lo habitan (los personajes) y utilizando los recursos estéticos, tratar de entender o explicar los comportamientos de la condición humana, es decir, la realidad y la vida”.
Introducir y reencantar a los niños y a los adolescentes con la lectura de novelas está siendo un desafío difícil de lograr en un mundo con tanta pantalla, pero es indispensable encontrar las estrategias que los motiven. Empezar de a poco, con novelas cortas, conectándose con sus intereses en la elección del libro y permitirles escoger puede ser un buen camino para invitarlo a leer.
Cuando un adolescente lee una novela que le resuena emocionalmente, se produce un antes y después con la lectura. Asimismo, los compañeros suelen ser más eficientes que nosotros para motivar en la lectura. Escuchar sus opiniones y validar sus elecciones puede ayudarnos a recuperar a esta generación para la lectura.Introducir a los niños y jóvenes en el mundo de las novelas ofrece la posibilidad de entrar en mundos diferentes, que dan cuenta de la complejidad y diversidad de los espacios en que las personas habitan y desarrollan su existencia.
Mientras leemos, nuestro limitado mundo queda entre paréntesis al sumergirnos en la vida de los otros. Es una poderosa forma de acceder al conocimiento humano, a sus narrativas y al mundo interior de los personajes. Cuando era estudiante de Psicología, el director de la Escuela de la época, un sacerdote jesuita de vastísima cultura, planteaba la premisa de que no debería ser psicólogo quien no hubiera leído al gran novelista ruso Fedor Dostoievski. Su literatura se adentra en la psicología de las personas en el contexto social, cultural y espiritual de la Rusia zarista, y ciertamente este escritor abre una ventana al conocimiento y comprensión de las personas y de la humanidad, porque mucho de lo escrito tiene un valor universal.
Leonardo Padura, el premiado escritor cubano, en su libro Agua por todas partes, en un capítulo titulado “Para qué se escribe una novela”, reflexiona y hace una recopilación de lo que es una novela y para qué se escribe, más que por qué se escribe. Sostiene que entre lo imaginado y lo factual los novelistas pretenden llegar al alma de las cosas. Textualmente, dice: “Una definición más compleja y menos cuantitativa sería la de aceptar como novela todo relato extenso que, narrando hechos ficticios o inspirados, incluso tomados de la realidad, sea capaz de crear un mundo o la ilusión de un mundo, y a través de él y valiéndose de los seres que lo habitan (los personajes) y utilizando los recursos estéticos, tratar de entender o explicar los comportamientos de la condición humana, es decir, la realidad y la vida”.
Introducir y reencantar a los niños y a los adolescentes con la lectura de novelas está siendo un desafío difícil de lograr en un mundo con tanta pantalla, pero es indispensable encontrar las estrategias que los motiven. Empezar de a poco, con novelas cortas, conectándose con sus intereses en la elección del libro y permitirles escoger puede ser un buen camino para invitarlo a leer.
Cuando un adolescente lee una novela que le resuena emocionalmente, se produce un antes y después con la lectura. Asimismo, los compañeros suelen ser más eficientes que nosotros para motivar en la lectura. Escuchar sus opiniones y validar sus elecciones puede ayudarnos a recuperar a esta generación para la lectura.