Tan antiguo, que debe haber sido en el siglo pasado, fue un célebre spot que marcaba la dicotomía entre lo saludable y lo sabroso (aunque la margarina, que se suponía juntaba ambos atributos —a diferencia de la mantequilla—, ha resultado finalmente al debe). Pero en fin. Este encuentro entre lo bueno para el hambre y lo apto para el alma, a veces, falla en los restaurantes vegetarianos. Y más aún en los veganos. La razón es que a veces, nuevamente, se lanzan a adaptar recetas pensadas y probadas con la inclusión de la proteína animal en la mezcla. Y en vez de lograr un buen original producen una copia deficiente, todo en nombre de la ideología.
Esto, en este pequeño lugar del barrio Italia llamado Sapiens, apenas ocurre. Porque en una especialidad en que lo vegano ha creado gloriosos desastres, la pastelería, aquí salen más que bien parados. Su pastel de zanahoria ($3.600) supera a una buena cantidad de sus pares de la capital, con harina integral y endulzado con panela (suerte de chancaca). Lo mismo su cheesecake de berries ($3.600), con base de almendras y dátiles, y una mousse de castañas de cajú. Un par de ejemplos afortunados y muy recomendables (aunque hay que ser un poco más osado como para probar su mousse de chocolate y palta, bautizado como Museología).
Después de esta partida por el final, hay que consignar que se trata de un espacio de tamaño medio, en el que se respira buena onda (al punto que te regalan una cita citable junto al vuelto. En este caso: “La felicidad es interior, no exterior, por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”… awww). La cocina no es lenta y la atención es un pelín dispersa, pero bajando la neura, todo funciona.
Tres fueron los platos probados, con distinta fortuna. Primero, un mayúsculo burrito de porotos negros, arroz integral, choclo, hojas verdes y pebre, el Cariota ($5.600). Tan sabroso como llenadorísimo (hay otros más cargados a la lenteja y a la quínoa). Lo otro fue una vurger (no burger, obvio) de camote y poroto negro, pepinillo, palta y tomate, la Boniato ($6.800). Nuevamente una maravilla de sabor + salud, aunque los bastoncitos de camote de comparsa, hechos de manera saludable, hacían extrañar a la buena fritura, la verdad. Y el tercer plato, una pizza de masa madre integral, la Avocada ($6.800), sí quedó al debe. La masa nada de mal, pero el sucedáneo del queso y los trozos de palta MUY madura (y harto hilachienta, sorry), no calzaron con el resto de la experiencia. Los champiñones más cruditos también habrían sido algo positivo.
Acompañando con un jugo del día y un té chai, la relación calidad/precio y sabor/salud son las evidentes fortalezas de este local del barrio Italia.
Avenida Italia 1206. 940302164.