Para acercarse a la comprensión de alguien, hay que conectarse con sus infinitas realidades, reducirlos a una historia única como suelen hacerlo los medios es empobrecerlos y limitar nuestra mirada. Sucede mucho con la personas inmigrantes, quienes son víctimas de una historia única sobre sus características, por ejemplo: los argentinos son narcisistas, los colombianos son traficantes, etc., pero la verdad es muy diferente, hay argentinos bastante más modestos que muchos chilenos y los colombianos tienen quizás la mejor literatura latinoamericana.
Chimamanda Ngozi Adichie, una conocida escritora nigeriana, alerta en un pequeño libro que tituló “El peligro de la historia única” que uno de los riesgos que implica el simplismo está caer en estereotipos que terminan por discriminar. Es un libro que a través de anécdotas y relatos autobiográficos explica cómo, sin tener conciencia, nos vamos formando una historia única, sobre personas, países o situaciones.
Relata, por ejemplo, que cuando pequeña en Nigeria leía cuentos británicos y estadounidenses, y cuando empezó a escribir a los siete años todos sus personajes eran rubios de ojos azules, jugaban en la nieve y comían manzanas, y dice textualmente: “Lo que demuestra, creo yo, es lo impresionables que somos ante una historia, sobre todo de niños. Como solo había leído con personajes extranjeros, me había convencido de que los libros, por naturaleza, debían estar protagonizados por extranjeros y tratar de cosas con las que no podía identificar. Pues bien, la situación cambió cuando descubrí los libros africanos”.
Ella dice: “Me gustaría terminar con una reflexión: que cuando rechazamos el relato único, cuando comprendemos que nunca existe una única historia sobre ningún lugar, recuperamos una especie de paraíso”.
Chimamanda Ngozi Adichie es una gran novelista, su libro “Algo alrededor de tu cuello” contiene conmovedores relatos sobre emigrantes. También recomiendo escucharla en la ponencia “Todos deberíamos ser feministas”, una conferencia TED que ha sido vista y comentada por millones de personas. Es de una gran claridad y fuerza conceptual, para reflexionar sobre cómo nuestros conceptos sobre niños y niñas —consciente o inconscientemente— afectan la forma en que los educamos.