Tanto restaurante junto, y en un buen porcentaje debutantes y no licencias, en el Bazar Gourmet de Parque Arauco. Y cortos en patentes de alcohol, todavía. Mala cosa, considerando que con solo caminar tres minutos hay alternativas en el mismo mall. Pero en fin. Uno de los más vistosos de este barrio nuevo es Brunella. Por tamaño, esencialmente, y porque su estética de trattoria con una paleta de colores algo más ácida ayuda a que calce su propuesta sencilla con una estética al paso.
Con una carta que cabe en el tamaño de un individual, hay igual para regodearse. Entre antipastos, pastas frescas y secas, distintos risottos y ñoquis. Y pizzas, de distintos tamaños: una individual, otra de 33 centímetros de diámetro y “al metro”, aunque es de 80 centímetros de largo (¿comprensión lectora?), con tres sabores para distribuir en esta última.
Para ir suavecito subiendo la cuesta, de entre los antipastos, se optó por una burrata ($10.800), ese queso adictivo, esa mozarella grandecita de centro cremoso imposible de evitar (esto parece la descripción de un yonqui…), en este caso rodeada de tomates cherry y con sus hojitas de albahaca.
Ya en los principales, lo mejor fueron unos malfatti ($8.800), unas bolitas hechas de ricota y espinaca que debieran ser un plato regular y estable en el canon vegetariano. En este caso, con una salsa de quesos. Menos bien, aunque la masa al dente y el relleno estaban bien, fueron unos ravioles de zapallo ($8.800). Porque el toque de aceite de trufa es como la salsa de pescado thai o el aceite de sésamo chino: como diría nuestro Huidobro —refiriéndose a los adjetivos—, “cuando no da vida, mata”. La pizza margarita individual ($4.800) estuvo buena, sabrosa en su sencillez, pero con harto borde y algo mezquina de contenido.
De los postres (hay una chanchería inédita: trozos de pizza fritos con Nutella y pistacho), se optó por un obvio tiramisú ($3.900), que estaba perfecto, nada de chico, amarguito de café. Y por una de esas fantasías infantiles: un volcán de dulce de leche con helado ($3.900). Los cafés llegaron a tiempo, la atención fue en extremo diligente (aunque, igual, el tamaño del local favorece el pajareo). Solo faltan algunos ajustes —y la dichosa patente— y listo.
Parque Arauco, Bazar Gourmet. 223826719.