En un restorán dedicado a las carnes, el principal mérito es de la vaquita, anónima heroína. En cierto bistrotparisien preocupado de la “rastreabilidad” (“trazabilidad” dicen los ignaros), nos informaron que la portadora de los bisteques se había llamado “Blanquette”…No nos tiraremos al agua calculando qué porcentaje del éxito le corresponde a ella y qué porcentaje a los humanos que la alimentan, luego… la fallecen, y a continuación manipulan sus apetecibles opulencias hasta depositarlas, suculentas y jugosas, en nuestros platos.
Lo que sí podemos decir es que el proceso en su conjunto es, en el Muu Steak House, muy exitoso. Contribuye al éxito, ciertamente, la ambientación del lugar: una parrilla puede ser cualquier cosa menos desangelada, y en este caso la presencia de maderas en la decoración es de lo más adecuado que pueda imaginarse: las carnes a la parrilla evocan dos cosas, madera y pan. Y el pan que pedimos fue muy agradable y esponjosito, a propósito para sopear los jugos y el chimichurri. Además, los precios nos parecieron sumamente “amigables”, como suelen decir.
El tártaro Flat Iron (no “tartar”, si nos hacen el favor) con que comenzamos ($7.800) fue bueno, con la carne picada quizá demasiado finamente y un poquito excesiva la salsa Perrins (o jugo de carne) con que venía: se asocia más este plato con mostaza y pepinitos pickles que con otra cosa. Pero el contorno de trocitos de palta y manchas de mayonesa, muy bien. Ricas las tostadas.
La tortilla española ($5.800), por su parte, llegó en muy buen tamaño para uno, pero así y todo, compartible: decían que tenía chorizo, cosa que no nos entusiasmó mucho, pero, al cabo, no era tanto. O sea, resultó mejor. Y venía bien armada, aunque al medio un poco “babeuse”: nosotros la preferimos bien seca, pero esta nos pareció muy, muy agradable.
La punta paleta Flat Iron ($7.800) llegó a punto y muy bien presentada en una plancha de fierro incrustada en una tabla, con ancho borde espolvoreado de sal gruesa: blandita la carne, excelente idea la de la sal, porque puede el comensal pasar por ella su bocado, si le place. El único acompañamiento es una choca (¿habrase visto?), de fierro enlozado, llena de ensalada verde, bien aliñada: refrescante. Y muy bien pensado, además, porque entre carne y pan, lo único que falta es ensalada de hojas (nada de papas “mayo” —válganos— ni otras ordinarieces).
Lo que no nos pareció tan bien pensado fue la hamburguesa (“Muu Angus Burger”; 225 gramos, por si le gusta a Usía saber si está embuchándose un “cuarto de libra” o más): tiene no menos de 15 cm de alto. O sea, para tenedor y cuchillo. Contra natura. Llena de cosas, además: queso amarillísimo, tocino. En fin. La hamburguesa era una buena croqueta (con perejil hubiera estado mejor).
Maravillosa torta de chocolate. Panqueques de manzana algo tercos, tiesones.
Parque Arauco, local 480. Las Condes. 226170876.