“Estoy dispuesta a que mis hijos pierdan clases”, me decía mi nuera ecóloga. Imaginábamos viajar el lunes 1 de julio al norte, dormir donde toque, participar en el eclipse total del martes 2 y luego regresar.
No es que sea una oportunidad única, el 14 de diciembre del año próximo podríamos ir a Villarrica a envolvernos en el mismo fenómeno. Dos eclipses tan seguidos dan la impresión de que esto es tan frecuente como un arcoíris. Falso.
Me encantaría viajar con mis nietos a ver el eclipse. Recuerdo que, adolescente, en octubre de 1958 vi el último eclipse total de Sol en Santiago desde la angosta terraza de la casa de mi abuelo. Además del Tata estaban la tía Lucy, mis hermanas, mi mamá y mi papá. Y esa sensación extraña, grisácea, como cuando la ola lo revuelca a uno y solo hay que dejarse llevar.
Y los sonidos.
No recuerdo el Sol; nos turnábamos nuestros vidrios ennegrecidos. Lo más intenso era esa sensación común de habitar un universo.
Algo así vivimos en 1986 cuando, en los faldeos de Los Dominicos, cientos de familias nos juntamos a ver el paso del cometa Halley. Mis hijos mayores se acuerdan. Ricardo Majluf y los suyos se instalaron al lado y celebramos.
El fenómeno que viviremos ahora, me decía una amiga, se convierte en algo nacional. No recordaba un acontecimiento importante para la ciencia que alcanzara tal cobertura.
En Twitter, en #EclipseSolar2019 y en Facebook e Instagram, uno encuentra datos y picadas para los dos minutos cruciales. Y en www.astroturismochile.travel vemos un compendio práctico para viajar. Esperan 350 mil visitantes.
Mario Hamuy, con su libro “El sol negro” y José Maza con “Eclipses” han desparramado con brillo el interés.
Los domingos en esta sección y en
infografías.elmercurio.com, Alexis Ibarra, Juan P. Bravo y Roberto Ortega publican una serie educativa, ejemplo de síntesis.
En la página web explora.cl aparecen videos sobre el Sol y sobre las estrellas con entrevistas que muestran lo clave que resultan para las personas y, también, el nivel de desconocimiento de algunos.
En televisión, Andrea Obaid, en su “Chilenautas” de 13 Cable ha dedicado horas a prepararnos.
Los ministerios de Salud y de Ciencias nos advierten sobre lo grave que es mirar al Sol a ojo desnudo (http://bit.ly/2ZrihJU). El Instituto Milenio de Astrofísica (www.astrofisicamas.cl) imprimió un fantástico folleto que incluye anteojos, comprados en www.eclipseglasses.com. También los vende www.lenteseclipsesolar.com. Ojo, que no sirven el vidrio para soldar grado 11 o menor, los anteojos de sol, las radiografías ni los celulares y menos los vidrios ahumados.
Invitados por una aerolínea, Jorge Babul y otros perseguirán la oscuridad total durante unos siete minutos. Habrá afortunados: los del lado correcto y de asiento con ventana. Pero los vítores resonarán, ventana o pasillo.
Mientras, en La Higuera, comuna que corona un queso de galerías mineras, una de las pobres del país, los vecinos recibirán gratis la mirada ciega del Sol.
Vamos.