En una columna anterior nos referíamos al tema del aburrimiento. Si bien los efectos de aburrirse no son siempre malos, incluso puede tener beneficios. Lo que sí puede ser riesgoso son las formas que se utilizan para combatir el tedio.
Lamentablemente, la forma más frecuente de combatir el aburrimiento es navegar por internet y no siempre en sitios o páginas que signifiquen un gran aporte cultural, sino que más bien constituyen un riesgo para la salud mental. Un estudio de Jascnik a estudiantes de seis universidades e institutos de Estados Unidos, reportó que el 90% reconocía utilizar sus dispositivos electrónicos, no precisamente para temas relacionados con las asignaturas. A la luz de esta y otras investigaciones, parece una buena política limitar lo más posible el uso del celular en el contexto escolar. Aquí una alianza entre padres y profesores es indispensable para implementar en forma exitosa esta medida.
Ver televisión es otra actividad utilizada para liberarse de la sensación de aburrimiento que conlleva un alto riesgo de pasividad, especialmente si no hay control parental de los contenidos y del tiempo permitido. Hay formas más saludables de combatir el aburrimiento; por ejemplo, desarrollar intereses en forma más sistemática, como ingresar a un club de ajedrez, de robótica o academias de diferentes tipos.
Hacer ejercicio es una forma saludable de combatir el aburrimiento, ya que se produce dopamina, lo que aumenta la sensación de bienestar. Conversar también es importante, las personas que tienen temas de conversación y que saben escuchar establecen vínculos afectivos y sociales que son mutuamente satisfactorios y tienen menos probabilidades de aburrirse.
En muchas conductas antisociales, los jóvenes argumentan que lo hicieron para entretenerse, porque estaban muy aburridos. La ludopatía, que es la adicción a los juegos de apuestas, también ha sido ligada al aburrimiento. Favorecer los intereses de los niños es una gran terapia y también buscar formas saludables de entretenerse en familia, como escalar montañas, jugar juegos de mesa o inventar colecciones. Si su hijo se queja con frecuencia de estar aburrido, no deje pasar el comentario y busquen en conjunto formas positivas de entretenerse.