Gabriela Mistral es una figura fascinante. Si uno repasa su biografía es casi un milagro: una niña pobre de un pequeño pueblo de la Cuarta Región, criada entre mujeres, rechazada en la escuela por una supuesta falta de capacidad, se convierte en maestra y recorre en su labor docente los liceos de todo el país, y luego, termina siendo una poeta e intelectual de talla mundial, en especial en México y Europa, hasta que un día recibe el Premio Nobel de Literatura. Y, también, habría que decirlo, una mujer que se hizo acompañar por mujeres atractivas y talentosas, como Laura Rodig, Palma Guillén y Doris Dana, entre otras.
La obra de teatro “Mistral, Gabriela (1945)”, bajo la dirección de Aliocha de la Sotta y con la dramaturgia de Andrés Kalawski —en el GAM hasta el 22 de junio— es una propuesta acertadísima. Primero, porque elige un momento emblemático de su biografía, evitando el resumen, dado que es el año en el que recibe el Premio Nobel y cuando han transcurrido dos desde el suicidio de su hijo Yin Yin mientras cumple su misión diplomática en Petrópolis, donde, además, trabó amistad con el escritor austríaco Stefan Zweig, quien también se suicidó. Además, en 1945, el mundo salía del horror de la Segunda Guerra Mundial y las relaciones internacionales estaban tensas por el clima de la Guerra Fría. Es una etapa vital de duelo y de crisis, que apenas sobrelleva entre la rutina diplomática y los eventos sociales.
Segundo, porque los materiales de una sólida investigación, que se depura en el texto, se disponen libremente en una ficción que origina una situación simbólica. La poeta ha sido secuestrada por un grupo de feministas del siglo XXI justo el día en que se conoce la noticia de la premiación. De algún modo, en ese encierro se activa el diálogo entre dos generaciones de feministas, una pionera y cautelosa, y otra convertida en movimiento amplio con un tono radical. Es así como la joven Valeria Leyton, quien dará vida a Alicia, la líder del grupo, le exige, entre otras cosas, que rompa su silencio respecto a su sexualidad: “Di que eres lesbiana, grítalo”. Pero a la crítica a su timidez, también está el reconocimiento a su audacia en tiempos esquivos para las mujeres: “Tú puedes viajar. Tienes amigas, te inventaste una vida nueva, un nombre nuevo. Eres la que quieres ser. No todas tienen esa suerte”.
Durante el secuestro, la joven de zapatillas someterá a la autora a una larga conversación con matices de interrogatorio, cuestionamientos, juzgamiento, humor, parodia, complicidad, celebración. Y Mistral, a su vez, responde con ambivalencia, ironía, ingenio, resentimiento, desesperación, sabiduría y más. El juego dialéctico que propone Kalawski es genial; es un autor multifacético que conocíamos más en textos de teatro infantil (“Niño terremoto”), porque la poeta se merecía un texto inteligente lejos del homenaje meloso o la victimización.
Algunas de las líneas memorables van por su postura respecto a las guerras, el fascismo, el feminismo, o como ella hubiese leído póstumamente, la manipulación que sufriría su figura: “No voy a ser rehén de un panfleto tuyo, no me vas a reducir a ser tu mensajera. No soy tu muñeca, ni una figura de acción feminista”.
Y, claro, se incluye la mezquina lectura y trato que tuvo en su país natal. Porque mientras en Chile se le reducía a la poeta de “los piececitos de niño”, Mistral se codeaba con intelectuales como el mexicano José Vasconcelos, o escritores como Thomas Mann, o fue cónsul en Italia y España en medio del auge de los fascismos, o era colaboradora del Presidente Pedro Aguirre Cerda. Mistral fue candidata al Nobel desde 1939, y fue traducida al francés, sueco, y leída por grandes autores como Paul Valéry. Nunca deberíamos dejar de cuestionar la vergonzosa entrega del Premio Nacional seis años después del reconocimiento mundial.
Solange Lackington como Gabriela Mistral está soberbia. Quizás este es el punto alto de su carrera como intérprete de teatro, ya tiene muchos personajes destacados en televisión. Acá su caracterización, por medio del maquillaje y el vestuario a cargo de Daniela Vargas y Franklin Sepúlveda, es sugestivo. Y está muy bien dirigida por Aliocha de la Sotta, que ya hemos visto en su trabajo, por ejemplo en “El Dylan”, y que guía con sobriedad y eficacia sus montajes. Porque esta Mistral desarrolla un lenguaje gestual-corporal que oscila entre esa alma antigua que era y los primeros indicios de un deterioro cognitivo, y los resabios de los duelos y el desarraigo.
En el escenario vemos a una mujer cansada, herida, indecisa, para luego ser una mujer iluminada, seductora, graciosa, de juicios categóricos. Y como contrapunto está una actriz joven muy talentosa, que hace de la joven asertiva, ágil, rápida y que también porta un misterio que tal vez se podría haber explotado más.
A la excelente dirección de actores, se suma una atmósfera y una iluminación vaporosa, de Andrés Poirot: una caja con tierra del Valle del Elqui, una silla escritorio. Elementos sutiles, pero emblemáticos, que hacen un buen equilibro para un texto potente. Hay momentos de disparos que sugieren episodios de violencia mundial y personal, o bien, nos reviven ese verso del poema “La otra”: “Una en mí maté: / yo no la amaba / …Si no podéis, entonces, / ¡ay!, olvidadla. / Yo la maté. / ¡Vosotras también matadla!”.
Mistral fue una poeta y una mujer inasible, compleja, reservada, con creencias amplias y muchas vidas. Precisamente, Alicia le enrostra esa impronta: “No entiendo. Hemos leído todo lo que has publicado. Es imposible encontrarte ahí. Es como leer a distinta gente. Te contradices todo el tiempo”. Pero, al mismo tiempo, en la obra se recoge, aunque sea en entrelíneas, sus contundentes opiniones respecto a una maternidad alternativa, a la visión de la infancia en los países del tercer mundo, a los desafíos de la democracia, a las zonas oscuras de la sociedad chilena, por ejemplo, cuando manifiesta: “¿Qué hay de Chile que no sea odioso? Esa adoración perpetua de la Colonia, esa mansedumbre, esa chatura, como si el país hubiera gastado toda su creatividad en el paisaje”.
Mistral es inconmensurable. No por nada su obra y persona han motivado un campo de expertos, los “mistralianos”, que tienden a enfrascarse en polémicas por las interpretaciones dispares de su obra y de sus episodios vitales. Pero, más allá de las polémicas, hay muchos estudiosos que han alumbrado su complejidad; por ejemplo, Raquel Olea (“Como traje de fiesta”, “Una palabra cómplice”), Pedro Pablo Zegers, (en sus múltiples libros dedicados a la autora destaco “Yin Yin” y la compilación de cartas “Niña errante”) y el documental “Mujeres locas”, de María Elena Wood, que a partir de sus archivos personales despliega a una Mistral más cotidiana.
Este año se cumplen 130 años desde su nacimiento, una conmemoración parte del eje “Mujeres creadoras” del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Mistral será visitada en otros proyectos; en la reposición de la obra de danza “La bailarina”, de Paulina Mellado, o en “Luz Lucila, luces de Gabriela”, de la compañía Teatro de Ocasión; pero, al mismo tiempo, se seguirá escapando de toda fijación o caricaturización, ya sea en una consigna (“la madre de Chile”), en un billete, o en una muñeca.
Esta obra logra amparar, como pocas veces se ha logrado, la grandeza y la libertad de Mistral, una personalidad contradictoria y vanguardista; como cuando el personaje dice en una escena: “¿Tengo que hablar también en nombre de las mujeres que no están tan seguras de ser mujeres? Y de los indios, porque soy medio india. Y de los demócratas, y de los trabajadores del servicio diplomático. Hasta cuándo. No pienso permitir que amarren mis pensamientos a una reja hecha con las minucias de mi vida”.
Se necesitaba una Mistral de ficción asertiva, libre, amplia, insolente, que nos cuestione y confunda. Que, además, elimine el apelativo de “poetisa”. Porque ella misma se encargó de dejar estampada su complejidad en libros como “Tala” o “Lagar”, en sus columnas de política, en su fe politeísta (desde el cristianismo, el judaísmo y budismo), en sus textos sobre la educación, en su obra póstuma, en su cartas hondas y gozosas.